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viernes, 30 de diciembre de 2016

Las mariposas son libres



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Yo no sé ustedes, pero a mí me estresa. Toda esta expectativa de llegar a la sabiduría. 




Por ejemplo: "Cuando somos jóvenes aprendemos, cuando viejos; entendemos" o, "el joven posee ojos más sanos, pero el viejo ve mejor." No sé, no me conecto en un manual como ese, sino con otro tipo de imperativos, como: "He llegado a la edad en la que si alguien me dice que me tengo que poner calcetines, no estoy obligada a hacerlo".


Hace unos días empecé a contar el número de personas que van por la calle con cara de culo. Es un experimento interesante. A decir verdad, no he visto a muchas personas con cara de trasero, pero tampoco es que vi un montón de gente con cara feliz. La mayoría de la gente iba con el rostro impasible, indiferente, con una cara como de zombi. "Bueno", me dije, "o es que estoy en el set del rodaje del film Guerra Mundial Z II, o está pasando alguna otra cosa." Debo decir que tengo la impresión de que la expectativa de obtener más sabiduría con la edad se ha interiorizado en mí, ya que no dejo de tratar de explicar el fenómeno de la apatía (sin embargo sin éxito, a pesar de los proverbios que abrieron esta columna). "Tal vez no sea apatía, sino algo como un sosiego, una conformidad con parsimonia, una ecuanimidad mental." Me dije a mí misma". Pero, "desde cuándo hay igualdad en este país?" Me pregunté, con falso interés, ya que era una pregunta retórica.

¡Ah, la igualdad! "Lo que el tiempo logra, el ingenio no lo logra", cité de memoria, y "sólo se aprende con la experiencia", continué, en un sorprendente e inquietante impulso. Pero, "¿Por qué debería yo contar personas con cara de culo?" Me pregunté a mí misma, con voz asustada, "por el entusiasmo", respondí sin pensar. "¡Eso es! ¡El entusiasmo es el eslabón perdido!", me dije con entusiasmo. Tal vez es el entusiasmo, la ilusión, la emoción, eso es lo que se desvaneció, lo que nos dijo adiós y no hasta luego. El simple entusiasmo por algo sencillo y transitorio, por la persistente y enana gota de lluvia, plantada ahí, defendiendo sus derechos, sin querer separarse de la ventana del autobús, aún cuando este arranca.

"Si la gente por la calle carece de emoción y de entusiasmo, ¿cómo se podría traerlos de vuelta?", "Y…además, ¿es necesario hacerlo?", me pregunté, esta vez sin falso interés. "¡Sí, sí, hay que devolverlos, yo los quiero!", me respondí, sin dejarme ninguna alternativa. "Las mariposas en la panza son controladas por el sistema nervioso simpático, que le indica al cuerpo que libere adrenalina", me conferencié a mí misma, "pero las mariposas han nacido para la libertad", razoné con esa resistencia que caracteriza a la que no está obligada a ponerse calcetines. Luego caí en una profunda meditación; que sin duda se reflejaba hacia afuera como cara de zombi.

Tal vez las mariposas estén anhelando un lugar de descanso, un sitio a salvo de enemigos y trastornos; porque están cansadas, están rendidas, agotadas por el exceso de adrenalina inyectada en sus pequeños cuerpecitos, por los nervios, la ira, el estrés y la angustia. Así que para la emoción y el entusiasmo ya no queda nada.

La mariposa más grande del mundo se llama Ala-pájaro Alexandra. Se encuentra en los bosques tropicales de Nueva Guinea. Esa es la que yo quiero, una magnífica y maravillosa mariposa. Esa mariposa estaba en peligro de extinción hasta que las autoridades de ese país aprobaron la Ley de Protección de la Naturaleza. Hoy en día esto es una mariposa protegida. Por lo tanto, tengo una sugerencia, o nos mudamos todos a Nueva Guinea, o empezamos a ocuparnos de frenar la extinción de las mariposas de las panzas aquí, en nuestro país.


martes, 20 de diciembre de 2016

La excesiva importancia de la utopía

Estación Ha'Haganá - Tel Aviv


Esa es la pura verdad, y es tan evidente que si se dice en voz alta se desvanece. Esa dichedad que tiene el dicho "la edad no viene sola", por ejemplo, o la excesiva importancia de la utopía. 

Alguien dijo alguna vez que si "lo puedes imaginar, entonces lo puedes hacer". Si es así, la utopía no es una utopía, un imposible imaginado, sino un objetivo a cumplir como cualquier otro, un destino. Su posibilidad, su potencial existencia, queda estampada en el espacio tiempo como una litografía, por sólo imaginar.

Pero la utopía no es un propósito, es un estado de la realidad, así como el vapor es un estado del agua. Se encuentra por ejemplo en la estación de tren Ha'Haganá en Tel Aviv, cualquier jueves, en el barullo coherente y apropiado del mar vuelto personas, en la mezcolanza altruista de patrones genéticos, en el vaivén de olas humanas que se mueven formando remolinos, corrientes, espuma y energía. Aunque haya errores no los hay, ni hay tardanzas aunque haya, ni tampoco hay ostentosos malestares. Hay sólo gente cruzando en diagonal, y en dirección opuesta, y caminando a la par, y yendo al mismo punto, y bajando, y subiendo, y mirando, y viendo, y observando, y hablando y en silencio, y riendo, y sonriendo, y llorando, y besando. La utopía está en esa abundancia pura. En la armonía de esa organización espontanea, en el acoplamiento y la regulación de miles de pies y manos, y mentes, y voces, y señales al unísono.

Ése es el estado de utopía, sin la excesiva importancia de estar obligada a ser un anhelo, un sueño, o una quimera.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Todo se transforma




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Científicos
andan diciendo por ahí que en un futuro los días van a tener 25 horas.


Es la mejor noticia que oí esta semana. "¡Una hora más para dormir!" me dije a mí misma, con un entusiasmo emocional parecido a ese que tienen los perros perdidos al reencontrarse con sus humanos.

Es una pena que para eso tenga que esperar 200 millones de años. ¿De dónde voy a sacar las energías? Y ni hablar de eso de que el que espera desespera.


Disertando sobre la energía, y divagando en la red, encontré que ésta "es una propiedad de los sistemas físicos, no es un estado físico real, ni una «sustancia intangible». No obstante, hay quienes han considerado a la energía como lo auténticamente real, ya que, según la ecuación de la equivalencia la masa, que es la medida de la cantidad de materia, puede transformarse en energía y viceversa." 


La energía como lo "auténticamente real", o sea como lo innegable, lo verídico y lo cierto. Hoy me dijeron que tengo grandes energías, y que no entienden de dónde las saco. Yo tampoco. ¿Será que las saco de ahí mismo? ¿De la pura verdad? ¿De la verdad verdadera? ¿De lo auténticamente real? A decir verdad, en general nunca tengo muchas energías. ¿Puede ser entonces que éstas sean solo las energías de los demás que se reflejan en mí? Puede ser, pero solo si soy un reflejo, una refracción, un espejismo, ¿Cómo es entonces que soy también la verdad verdadera?


La simultaneidad es algo fascinante. La energía no es un estado físico real, por un lado, pero puede ser lo auténticamente real, por el otro. La física puede ser filosofía. El arte ciencia, y la masa energía. Y yo, una reverberación maquinal y un fulgor voluntario. O nada que se le parezca.

domingo, 23 de octubre de 2016

Una conversación matinal



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"¿Quizás sea lo mágico lo que se pone a prueba con la edad?" me pregunté en un exabrupto. "La autenticidad de las cosas mágicas se va desintegrando así pasan los años, como un jabón se desintegra cuando queda agua en la jabonera, de manera discreta y sorda", se me precipitaron las palabras. "No es la abstinencia de lo mágico, sino una metamorfosis, una transfiguración de lo fantástico, que engrosa la arruga del medio de la frente", pensé, "o quizás, se trate de una reforma que pone puntos en letras que nunca son la íes, un ajuste, un doblez, en la ciudadanía de los años", expresé en voz alta.



"La rutina tiene un cráneo redondo pero plano, como el planeta tierra fue plano pero redondo en una época. Eso hace de la rutina algo versátil, convertible, algo mágico, en su simultaneidad", me dije mientras miraba el fondo de la taza que todavía mostraba restos de café. Un café que revelaba el reflejo de mi ojo, que me miraba fijamente, confiado y desafiante, como el ojo de un compadrito en un duelo entre pares. "Ese es un ojo mágico", me dije, "como lo es el ojo de la aguja que deja pasar el hilo, aunque la mano que la enhebra tiemble, tenga venas azules y tridimensionales, y la recubra una piel que se ha vuelto seca y blanquecina por los años".



"Lo mágico es como una reacción en cadena", me recité a mí misma, "un proceso con productos adicionales, que una vez iniciado solo puede propagarse hasta que se agote el material". Pero, "¿qué es ese material?", me pregunte, como para seguir la conversación conmigo misma, ya que era una conversación que se estaba tornando densa e insaciable. "Es el infinito", me dije, fantaseando una paradoja un tanto huidiza, pero aceptable, "este mismísimo texto, que produce inmensas vastedades en cada letra, es el testimonio de la existencia de una infinidad mágica, casi tan palpable como la arena de las playas", me terminé diciendo, dando entonces por terminada mi pretérita conversación matinal, evitando así cualquier malentendido de mi parte.

martes, 18 de octubre de 2016

El encanto de no pertenecer



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[...] ¿Les ha pasado que viajaron a otro país, y entre todo lo que hay para disfrutar del hecho, disfrutaron especialmente de no pertenecer? A mí me pasa cada una de las veces. Ya desde el avión, mientras diviso a esos autitos en esos pavimentitos que dividen esas casitas, sabiendo que no soy parte de todo ello, me siento plena y reconfortada.

Es un no pertenecer suficiente, no extremo. Las casitas no me son totalmente extrañas, ni yo no les soy totalmente extraña a ellas, solo lo suficiente para el encanto de la inercia. Es el no pertenecer, pero no llevado a su máxima potencia, sino llevado una potencia que encaja con la inercia de la no existencia, con ese sentimiento divino que comienza a partir del avistamiento de vida desde la ventanilla del avión; de vida en forma de luces de una ciudad lejana, que emana sus reflejos vívidos al cielo, su esencia ciudadana, su potencialidad. Pero simultáneamente, emana también su inercia de contratos vencidos, de semáforos rotos, de mordidas de perros a vecinos incautos, de ventanas con persianas trabadas, de tarjetas de crédito robadas, de niños llorando, de madres llorando. Son inercias paralelas, como universos paralelos, se intuyen pero no se ven ni se tocan. Desde mi estado, en mi universo de inercia para-existencial, soy como un cuerpo celeste de gran masa, casi como un agujero negro, o como una estrella de neutrones. Tengo un campo gravitacional que atrae todo lo bueno de no existir, pero existiendo.

Mi no-existencia es tal, que puedo sumarme o no sumarme a cualquier pensamiento o estado de ánimo. Puedo usarlo todo o no usar nada. Soy como un gato callejero que se cuela a una casa por la ventana de la cocina, miro desde afuera, pero a la vez soy parte. Una estela de bienestar, de desahogo, me sigue atrás; soy como una estrella fugaz, como un aguacero de verano que arranca de las baldosas ese aroma tierno y húmedo que tenían reprimido. El ardor de la ciudad no me pertenece, ni yo a él. El no pertenecer es como un sopor, un letargo, un adormecimiento, pero habitado por la mismísima realidad, por la elocuencia; como un sueño vívido que sobrevive a la memoria.

Es la practicidad del aterrizaje del avión de vuelta la que me extrae de mi sueño vital. Tendría que tomar el no pertenecer liberador como una práctica, así como un deporte o como un juego. Ser capaz de acceder a él como los iniciados acceden a un secreto milenario, así como un bebé accede al secreto de los bípedos, o como una ameba accede al potencial infinito, y se rellena de él como un raviol. La no existencia de los viajes no es igual a la sensación de no pertenecer que me sabe acompañar en tierra conocida. El no pertenecer del exterior tiene encanto de flauta mágica, tiene supremacía y señorío. Tal vez necesite una ignorancia inocente, una sin capacidad de sospechar ni de juzgar, pero suficientemente sabia como para resistir cualquier aterrizaje. La inercia de la no existencia seguramente atiende a las leyes de la física, pero una buena ignorancia nunca es un mal punto de partida para el encanto de no pertenecer. [...]



martes, 11 de octubre de 2016

¿48 y todavía "multipotencial"? Confesiones de un trasero de mal asiento




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Dibujo a4 por la artista Holly Madeley


Hasta hace poco pensé que yo era simplemente un sapo de otro pozo, un trasero de mal asiento, una inetiquetable, una inconforme permanente, una con hormigas en las cachas, una inconstante, una intranquila de nacimiento, una con síndrome del eterno estudiante, un pulpo tratando de ponerse una camisa diseñada para dos brazos. Ahora no me quedo mucho más tranquila. Ahora sé que yo también tengo una etiqueta, y esa es "multipotencial", soy una persona "multipotencial". ¿Qué suerte?


No soy la única, ni el término persona multipotencial se inventó para mí. Es usado para describir a aquellas personas que tienen variedad de intereses, curiosidad invencible, y empuje creativo; y que no son capaces de contestarse nunca a la pregunta de qué quieren ser cuando sean grandes. Mis definiciones profesionales hasta ahora son las siguientes (según las distintas épocas de mi vida, aunque pueden ir y volver): actriz, cantante, maestra de teatro, coach, facilitadora grupal, desarrolladora de contenidos, impartidora de talleres, socióloga (nada me demuestra que terminará allí). Mis intereses son variados (puedo pasar horas hablando y estudiando sobre cada uno, en la red y en otros sitios): física cuántica, astrofísica, arqueología, sociología, improvisación, fenómeno ovni, parapsicología, psicología, jardinería, decoración, relaciones humanas y comunicación interpersonal, escritura, lenguaje corporal, espiritualidad y religión, geometría fractal, antiguo Egipto, y otros tantos. Tengo la plena seguridad de que podría dedicarme a cualquiera de ellos (quizás no a la física, ya que aunque la matemática me es fascinante, es una tortura para mí. Debo sufrir de dyscalculia, aunque no fui diagnosticada). Soy de decir que ojalá pudiera vivir 140 años, ya que ¿por suerte? Me interesa absolutamente TODO.

Mi currículo parece el de varias personas distintas, así que tengo varios resumes distintos, uno para cada ítem. Y sí, me gusta mezclar ideas que "pertenecen" a distintos campos, conectar entre cosas que parecen sin conexión. La capacidad de sintetizar ideas que vienen de campos diferentes debería ser un don, pero no siempre es visto así, a veces incluso está mal visto, como si yo hiciera de TODO una única ensalada. Mi capacidad de aprender rapidísimo debería ser una ventaja, pero a veces es visto como "falta de profesionalidad". La adaptabilidad que me caracteriza incluso puede ser vista como algo insatisfactorio en ciertos momentos o en ciertos círculos. Mis intereses pueden irse y volver o aparecer nuevos, pero nunca son solo uno o dos. Suelo entrar en un tema que me interesa, estudiándolo hasta consumirlo, y entonces otro tema surge como interesantísimo para mí.

"¿Cuál es el subtexto de mi inconformidad permanente?", me pregunté, con la esperanza de contestarme, y así poder arreglar mi condición y llevarme a la normalidad "¿Por qué no puedo dedicarme a una sola cosa por los años de los años como todo el mundo?", me imploré. "El problema es que me rehúso a elegir", me dije entre dientes. Llegué a esa percepción ayer por la mañana, mientras presenciaba una charla sobre lenguaje corporal, dictada por una "experta" en lenguaje corporal, que estaba acompañada por un actor, que actuando, demostraba en escena las distintas maneras de expresarse. "OK"…me dije a mí misma con tono condescendiente, solo por cortesía hacia mí, "la experta está haciendo lo que tú haces en tus talleres, solo que tú lo haces todo, también explicas y también actúas, tú puedes hacerlo, entonces por qué tú no estás considerada una experta?", me formulé en tono inquisidor, y sin cortesía alguna, "pues porque para que se te considere a ti una experta en eso tendrías que dedicarte únicamente a eso, durante varios años", me contesté, "no se trata de lo PUEDES hacer ¡MENTECATA! Sino de lo que QUIERES hacer". "Ahora todo está más claro", me dije, admirada, "¡PERO QUÉ SEMEJANTE MOJÓN!", rematé.

"¿Quizás esta condición sea la causa de mi permanente ansiedad?", me pregunte, ya que si no termino eligiendo algo específico, y descartando todas mis otras pasiones, quizás nunca pueda desarrollar una carrera. Pero si me limito, viviré con el veredicto más cruel: el aburrimiento. He aprendido del entorno que no quedarse con una sola cosa es algo que está mal, que la "multicidad" es nociva, que mi curiosidad y la necesidad de saciarla es un problema, que debo concentrarme en una sola cosa, que ocupar el tiempo en varias cosas es no menos que una trampa que me llevará al vacío. Pero en realidad la pregunta de qué quieres ser cuando seas grande es la verdadera trampa. Esa pregunta te enseña a concentrarte en una sola cosa, ya que se espera de ti una única respuesta. Hasta hay un proverbio que ayuda a la internalización: "el que mucho abarca, poco aprieta".

No, no soy experta en algo que se pueda enunciar en una sola palabra, y quizás nunca seré una especialista. Queda claro que mi especialidad es no especializarme. ¿Problema? No. Nadie puede convencerme de que mis capacidades analíticas, de que mi capacidad de síntesis, de que mi manera ágil y veloz de aprender cosas nuevas, de que la pasión que me caracteriza, y las ganas de crear cosas nuevas desde las encrucijadas entre las distintas áreas, es un verdadero problema. "De ahora en más no consideraré mi rehúso a elegir como un problema", me declaré a mí misma con amor; y me dicté lo siguiente: "de ahora en más bucear en los temas que me apasionan y aprender variadas cosas no será ya visto por mí como una pérdida de tiempo que aumenta mi ansiedad, sino que así veré el intento de ser lo que no soy".

Si existen entre mis lectoras algunas almas que se han visto reflejadas, entonces mis queridas multipotencialidades, adoptemos nuestras capacidades como nuestra especialidad más apreciada. Nada nos hará más feliz, ni menos exitosas.


*Tu comentario siempre es bienvenido en este blog.

sábado, 8 de octubre de 2016

"Si hay piñas yo voy"



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Eso le dije a mi marido anoche, en un tono confiado y decidido, que me sorprendió incluso a mí. Le dije: "Si hay piñas yo voy" desde la cama, acostada e inmóvil, con un terrible dolor de cuello y espalda por una contractura muscular, mientras me identificaba con el personaje de Larry David en "Whatever Works" de Woody Allen. Mi marido acababa de regresar de su primera clase de Tai Chi y me dijo que en la clase hubo también un arte marcial con unos golpes ficticios. "Ahhh golpes!" Me dije a mí misma, "lo deseado no se encuentra y lo que se encuentra no es deseado, pero encontrar es bueno, y cuanto antes mejor". Boris, el personaje de Larry David en la película diría: "una vez fui nominado para el premio Nobel, pero ¿cuál es el punto?"

Naturalmente, mi asociación libre me condujo a un pequeño incidente de hace un años o dos: me encontré con una chica que hizo la secundaria conmigo, y ella me dijo sin vacilar "¡no cambiaste nada!", como un cumplido. En ese momento lo tomé realmente un cumplido, incluso se lo copié y se lo dije exactamente así a otra persona que hacía mucho que no veía. Pero entonces, viendo su reacción, me di cuenta de que esa oración estaba lejos de ser un cumplido. Era una piña. Mientras seguía la charla con esa persona que hacía mucho que no veía, mi atención se dividió en dos. "Honestamente, ¿qué es exactamente lo favorecedor de no cambiar nada?" Me pregunté a mí misma del otro lado de la atención. "Si se puede llegar a hacer penicilina de un pan duro, entonces se puede hacer algo de mí, algo que podría despertar una declaración como ¡cómo has cambiado! que sería preferible para mí que una declaración como ¡no cambiaste nada!". Estoy segura de que su intención era felicitarme por mi apariencia física, algo así como "¡¿47!? ¡No parecés!", que tampoco tomo como un cumplido (a un desarrollo de pensamientos como este lo llamo "síndrome de sobre-pensar", que hace que todo el subtexto suba a la conciencia permanentemente), "cambiar es bueno", pensé, "siempre y cuando el cambio sea para mejor."

"¿Pero por qué golpes?", me pregunté, pues porque las olas golpean las rocas y hacen de ellas playas de suaves y preciosas arenas; y los rayos golpean la arena, y hacen de ella bellísimos diseños de vidrio. "¿A quién estoy tratando de engañar con esta frase tan poética?", pienso mientras escribo. "Golpes por la sensación de poder y de control, piñas porque es un entrenamiento con propósito", me dije a mí misma. De todas formas, no estamos hablando de golpes de verdad, sino sólo de un entrenamiento, como en el Kickboxing, de golpes al aire. Aún así, el movimiento tiene un fin, un propósito, tiene subtexto, y yo necesito del subtexto. Durante años entrené Kickboxing en casa, hasta que las células que componen mis vértebras cervicales comenzaron a comportarse como células terroristas, y mi cuello empezó a actuar como un asiento de colectivo, siempre está tomado. "Me estoy volviendo nostálgica", pensé, pero la nostalgia ya no es lo que era antes, quizás debería sopesarlo.

"Las escaleras mecánicas nunca se descomponen, simplemente se convierten en escaleras", leí en alguna parte. "¿Tal vez ir al curso de piñas no sea una mala idea?" Me pregunté, y a continuación me contesté a mí misma en el lenguaje de los proverbios, "La vida no se mide en años, sino en hechos". Eso es discutible, pero si todo el tiempo espero al futuro, este será más corto. "Esta es una oportunidad para ponerse nuevamente en forma", me dije. Es como cuando alguien te sirve el desayuno en la cama, tú debes decirle "gracias", no decirle "¿quién eres y cómo diablos entraste a mi casa". Así que tal vez sea el momento de golpear de nuevo, de ponerse las zapatillas y de pelear contra el aire. Quizás tenga razón el dicho que dice que "sólo quien respira el polvo de los caminos podrá llegar a inhalar el aire fresco de las cumbres", quizás no. Lo que es seguro es que debería cambiar algo en mi rutina, cambiar por cambiar nomás, para ser capaz de decirme "¡cómo has cambiado!" la próxima vez que lleve una conversación conmigo misma, y pueda responderme con orgullo: "¿Has visto? ¡Y todo gracias a ti!"


lunes, 3 de octubre de 2016

La increíble transformación



"La increíble transformación del perro que se convirtió en piedra." Con un título así, ¿quién puede resistirse a leer el artículo? me dije a mí misma un calurosísimo mediodía (que seguramente era el prototipo del clima caluroso), mientras me fundía en la silla frente a la computadora, como se funden los glaciares del polo norte por el calentamiento global.

En primer lugar, el título tiene la palabra "transformación", una palabra a la que ya nos acostumbramos por los innumerables programas de televisión emitidos en los últimos años, que usaron la palabra "transformación". A veces parece que todo objeto inanimado y todo ser vivo han pasado por una transformación, o deberían; desde casas, mujeres, hombres, y hasta perros y gatos..."

Pero volviendo al título del perro, de inmediato hizo que me preguntara algunas cosas, por ejemplo: ¿La transformación es que el perro se convirtió en piedra? ¿O en que volvió a ser perro, después de haberse transformado en piedra? ¿Estará en el tipo específico de piedra en la que el perro se ha convertido? De hecho, ¿de qué tipo de piedra estamos hablando? No hay escape, hay que leer el artículo.

En el exacto momento en el cual puse la mano en el máus para hacer "click" en el link al artículo, un pensamiento intuitivo y exacto vino a mí, como una revelación: "Hay un hombre cuya profesión es escribir títulos". Ese hombre tiene un número infinito de títulos útiles en una enorme base de datos que le pertenece sólo a él. Es un profesional de los títulos. Tiene títulos de artículos, cuentos y textos de todo tipo, como la naturaleza tiene pétalos de flores, por miles de millones.

A pesar de que su profesión no es una profesión que se aprenda bajo el título de "escritura de títulos", ya que carece de título por sí misma, igual existe. Seguro que ese hombre vive en una casa donde las paredes están empapeladas de chistes Bazooka. Tal vez él sea el que escribió los titulares de los chistes. Tal vez sea el mismo hombre cuya voz se oye de fondo, cada noche, diciendo: "Noticias 10, con Tamar Ish Shalom", en el canal 10. Sin duda es un hombre de títulos.

El título es el currículum del artículo, pensé (habiéndome vuelto ya parte integral de la silla de la computadora, al igual que los glaciares derretidos ya son parte integral de los océanos). Pero el título no es el resumen de la historia porque dice algo sobre el artículo, sino porque es un tipo de documento que hace que seleccionemos en "sí" y "no", como si fuéramos empleadores potenciales clasificando los currículos de los postulantes. Es una evaluación que se lleva a cabo así: "sí" (leer el artículo) y "no" (no leer el artículo). Nosotros lo sabemos, y el hombre de los titulares también lo sabe. El mismo título "CV", que la mayoría de la gente escribe en la parte superior del currículum (y están seguros de que la idea viene de ellos), procede en realidad de él, de su base de datos infinita. Es una profesión que pasa de padres a hijos, de madres a hijas, en una dinastía familiar que gobierna los titulares de los acontecimientos históricos.

Una cosa es el título, y otra cosa es la historia, me dije en voz alta. Grandiosos artículos, interesantes, intrigantes, excitantes y profesionales, pueden caer en la clasificación del "no" del lector, si el hombre de los títulos comete un error. Por lo tanto, el hombre titular debe dedicar su vida al mantenimiento, al desarrollo, y al pulido de títulos. Palabras clave seguramente pasan de generación en generación en su familia. El hombre debe entrenarse permanentemente en encontrar el titular correcto, y no hay duda de que su vida está llena de sentido. Aún así, la gente no ama al hombre título. Titulares de terribles desastres, homicidios, accidentes y otras catástrofes, son los más solicitados. Por lo tanto, él y su dinastía familiar se mantienen en secreto, y no tenemos ninguna información sobre su identidad. Así, la gente no puede culpar o castigar al mensajero.

"El hombre sentido de la vida al que nadie ama, es el hombre título", escribo en un papelito y lo pego en la primera página de mi nueva agenda del año 5777. Cierro la agenda como quien cierra la puerta de la alacena donde están los chocolates y las papas fritas, sabiendo que enseguida la voy a volver a abrir para sacar otra cosa. Tal vez lo que saque sea "La increíble transformación del hombre título que se transformo en amado". Sí, pensé, ya que la esperanza es lo último que se pierde. Mientras tanto, me tendré que conformar con "La increíble transformación del perro que se convirtió en piedra."



viernes, 23 de septiembre de 2016

Vivir sin cabeza





"¿Usted es profesora?" me preguntó la bibliotecaria de turno, "no…estudiante…de post  grado", dije, con la esperanza de que la explicación justificara la confusión de la bibliotecaria. Para ella, es obvio que una mujer de mí edad, que está buscando materiales teóricos en la biblioteca universitaria, no puede ser estudiante, sino profesora, y para mí es obvio que no cumplir con las expectativas de la bibliotecaria es enteramente mi culpa; después de todo, siempre quise ser "alguien", solo que ahora me doy cuenta de que debería haber sido un poco más específica.

Mientras que la bibliotecaria volvía a ocuparse en sus propios asuntos, me susurré a mí misma con firmeza improvisada: "mejor pájaro en mano que cien volando", y caminé hacia el ascensor, inmersa todavía en mis pensamientos sobre el destino de los ciento un pájaros. Las puertas del ascensor se abrieron muy lentamente, como de forma deliberada, lo que hizo que me surgiera la siguiente pregunta: ¡¿Por qué diablos son tan importantes los logros, las metas y carreras!? ¿Y quién necesita de cumpleaños?! Así que decidí ir de acuerdo con las puertas del ascensor y en contra del acondicionamiento social, de la socialización, de la imagen, y de la mar en coche (y por supuesto en contra de las bibliotecarias). Tomé una decisión: ser un pez fuera del agua, una desviada, una rareza, un sapo de otro pozo, una anomalía, una irregularidad, una excepción. Ya que voy a ser una anomalía, entonces seré una bien lograda. A fin de cuentas hay que tener un logro en alguna cosa en esta vida, ¿no es así?

"¡Qué impresionante! ¡¿Trajiste a tu mamá!? ¡La mía jamás se hubiera animado!" Así nos dijo a mis hijas y a mí una jovencita de cómo catorce años, una noche, mientras esperábamos en la cola del laberinto de terror "Nigthmare", un juego de miedo concurrido por adolecentes. Claro que la chiquilla no podía imaginarse que en realidad fui yo la que traje a ms hijas con migo. Eso sería algo de una tamaña rareza. Una irreguralidad. Se dice que un niño de cuatro años de edad pregunta aproximadamente unas 240 preguntas al día, igual que yo, a pesar de mis 48 primaveras. Mi vida está repleta de irregularidades.

Volviendo al tema de los logros, ¿cuántos logros debería de tener una cuarentona en su currículum? ¿Y cuáles deberían ser esas metas logradas? ¿Y su jerarquía? Quizás un logro sea sólo un efecto colateral de lo que se intenta. En ese caso lo realmente importante sería lo que se intenta. 

Pero hablando de la importancia de los logros, de hecho las cucarachas tienen un logro impresionante, ellas pueden vivir sin cabeza durante semanas. Entre nosotras, a mí también me gustaría vivir sin cabeza por un par de semanas, aunque más no sea por el logro; después de todo, todo en la vida es cuestión de imagen.


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miércoles, 17 de agosto de 2016

Contigo pan y cebolla...y cebolla



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La planta carnívora es la venganza del reino vegetal contra sus predadores (¿quizás sea un intento práctico de la teoría del ojo por ojo?) Pero pensándolo bien ¿Qué culpa tiene la mosca? ¿Acaso es la mosca una "come plantas cruel y criminal"? ¿Será que la planta carnívora podría ser un símbolo de la vida justiciera del vegano? Entre estos pensamientos me encontraba yo cuando me percaté de que existe un lazo entre las mujeres de cincuenta y el reino vegetal.


El vínculo entre las mujeres y las plantas es bien sabido ya desde antaño. Las fenicias usaban el azafrán, por ejemplo, para postres y dulces, que luego le ofrecían a la diosa de la fertilidad. Y lo usaban también para tranquilizarse antes del parto. He leído sin embargo, que clandestinamente, el azafrán se usaba asimismo como planta abortiva (¿Esto lo sabrá la diosa de la fertilidad?). No me sorprende, ya que también estimula la lujuria y se usa como afrodisíaco. 



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Los hombres y las plantas tienen también lo suyo, pero menos. Un hombre no es más que un junco, el más débil de la naturaleza, pero que piensa, según B. Pascal; y una mujer con piel de canela y labios de cereza no se queda con cualquier nabo, ni con ningún perejil, ni con ningún junco, aunque sea pensativo (tampoco en sus cincuenta). 





Lo más notable en el asunto de las plantas, es la fortaleza que toma la alianza entre las mujeres y las plantas en las mujeres de cincuenta. De pronto, para cada achaque hay una planta. Encontré, divagando por la web, que la "Damiana", por ejemplo, es "muy útil para hombres para aumentar el número y vitalidad de los espermatozoides y para la menopausia en las mujeres." Cosa que inmediatamente anoté en mi memoria, para su posterior olvido (todavía no tomé nota de qué planta es beneficiosa para la memoria). 


Hablando de la memoria, a los veinte no anotábamos nada y podíamos vivir igual, y llevar adelante nuestros quehaceres. A los treinta anotábamos en la agenda, a los cuarenta colocamos una pizarrita de corcho detrás de alguna puerta, y la llenamos de notitas. A los cincuenta…no hay pizarrita que aguante; guardamos anotaciones en facebook, en el celular, en la agenda, en listas de papel en la cartera, en notitas enganchadas con imanes en la puerta de la heladera, en el espejo del baño, en la pantalla de la computadora, apoyadas en la mesa así nomás, en el estuche de los anteojos, en la billetera, en el piso, al lado de la cama sobre los zapatos. La planta de la memoria parece ser variada. Por ahora, a la planta a la que más le confío es a la planta de los pies, porque es bien sabido (ya desde antaño) que el que no tiene cabeza tiene pies. Otra planta en comunión con las mujeres de cincuenta es la planta baja. Si a los veinte daba lo mismo si es planta baja o planta alta, a los cincuenta todo viene con condiciones: si no hay ascensor, no hay planta alta.


Lo más interesante es que, a esta edad, para plantar los sueños queremos una planta de concreto, aunque la flor es de quien la cuida y no de quien la planta.

A mi edad (que es todavía la flor de la vida) ya aprendí que lo importante es estar fresca como una lechuga, agarrar al rábano por las hojas, ser más fuerte que un roble, no pedirle peras al olmo, no caerse del guindo, no estar sola como un ciprés, ser más simple que una amapola, no estar del tomate (aunque que a veces no está mal tener cabeza de alcornoque), no andarse por las ramas, que la hierba mala a veces muere, que a veces está bien echarle margaritas a los chanchos, y que aunque nadie me prometió un jardín de rosas la rosa bien sabe en qué mano se posa, que hay de todo en la viña del señor ¡y que todo me importe un pepino! Está claro para mí que las plantas y las mujeres de cincuenta son inseparables, y por eso, ¿quién sabe? Tal vez el otoño sea una segunda primavera si cada hoja es una flor.
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miércoles, 10 de agosto de 2016

Tacos en primera persona



¡Oh mi Dios por nosotras las mujeres! ¿¡Por qué existen las secciones de mujeres en los diarios!? ¿Por qué?! Tal vez sea mi edad, o quizás ese sentimiento de no pertenecer que siempre me acompañó a casi todos lados, pero he llegado a la conclusión de que no soy parte de esa población a la cual se acostumbra llamar "mujeres". Al menos cuando se trata de la sección femenina en la prensa.

El problema es que tampoco pertenezco a la población masculina. Pero tampoco soy algo que está en el medio entre hombre y mujer, no soy andrógina, tampoco transexual, ni lesbiana, no suelo vestirme como un hombre a escondidas, y no dejo la tabla del inodoro levantada (Así que hay 100% de probabilidad de que no soy un hombre). Soy ansiosa y ¿madurita? Pero, ¿¡quién cataloga?!


Con moño corporal. Sí. Así les gusta hoy en día a las mujeres impresionar s sus cónyuges. Sí. Una cinta de raso flexible atada al cuerpo como un enorme moño de regalo. La tela apenas cubre únicamente las tetas y algunas zonas íntimas. Pregunto: Si usted ya va a ser un objeto, ¡¿por qué un regalo?! ¿No es mejor que sea un objeto caro?! ¿Qué es esto, una oferta del once?! Es un claro ejemplo de la brecha generacional. ¡Cuando yo era joven, la cosificación de la mujer tenía mucho más estilo!


פפיון גוףפפיון גוף

Por ejemplo, si un chico te pagaba una coca en un baile, entonces tenías que bailar con él. Yo me tomaba la Coca-Cola y sólo bailaba con el chico si me gustaba (independientemente de la bebida). Sabía que estaba violando el contrato psicológico (donde una de las secciones expresa "el hombre es la que "consigue" a la mujer, y ella es la que "da"); Pero también sabía que nadie me iba a elevar una demanda. Hoy en día es probable que el contrato psicológico haya cambiado. De acuerdo a la tela-satén-flexible-moño- es la mujer la que consigue al hombre por medio de la auto-objetivación. Bueno, tal vez sea sólo semántica.


A continuación se muestra otra joya tomada de la sección mujeres de otro diario:

"Si el power suit es lo que hace la diferencia para los hombres, los zapatos de tacón hacen la diferencia para las mujeres. Los tacos son como una forma de armadura. Una mujer que puede hacerle frente a la incomodidad de llevar tacos altos durante largas horas todo el día y hacer su trabajo correctamente, puede hacerle frente a cualquier cosa, hacerlo todo. Ella entonces vale la pena para los hombres a su alrededor, y no sólo porque está a su altura, más o menos. Sino porque es una persona adulta y con capacidades impresionantes. En este momento de su vida, ella está lejos de la niña con zapatitos de muñeca o de la chica de jean y zapatillas de cuando era una estudiante. Está lejos también del ama de casa con chancletas. La altura de sus tacos refleja su alto estatus. ¡Al infierno con la comodidad! Así como en tiempos pasados los tacos altos sacaron a las mujeres del barro, así hoy las elevan. Una mujer que está segura de sus elecciones con respecto a la moda, hará su trabajo mucho mejor. El techo de cristal para las mujeres es más bajito si usan zapatos de taco alto... Además, la ciencia lo ha demostrado – los hombres encuentran a los tacos altos muy sexy".


Sobre eso se dice: "Las mujeres llevan sus lágrimas como sus joyas". Quién es el que ha dicho esa frase, no se sabe. Se desconoce. La frase es anónima. Obviamente, ¿Quién querría que se supiera que fue él el que la dijo? Es el empoderamiento femenino llevado a su máxima potencia.


Un antiguo dicho chino dice: "Dime cuáles son tus zapatos, y te diré quién eres", y si no, pregúntenle a Cenicienta. Es cierto, el chino se refería a un hombre, pero no importa, también cuenta para mí.


Después de todo, ¿Quién quiere ser catalogada como un "ama de casa con chancletas"?



domingo, 7 de agosto de 2016

Hoy, en primera persona





¡AAaaaggg!!!!¡48! Esto de cumplir años no es para mí. Con muchas cosas hay que cumplir en esta vida, con los horarios, con los deberes, con las obligaciones, con las expectativas, las leyes, las promesas, con el informe de impuesto a las ganancias… ¿También con los años?


He decidido ir en contra de los condicionamientos sociales, de la socialización, del qué dirán, y de la mar en tren. "¡Ay, pero festejar es lindo!" Me dicen los allegados con sus mejores intenciones, como si de lo que yo estaría en contra sea del festejar en su formato genérico. Sí, festejar está bueno, festejé cuando recibí el título con honores, cuando recibí la beca, cuando nacieron los chicos, cuando nos mudamos a nuestra propia casa, cuando vivimos un encuentro familiar, o un encuentro de amigos, en las festividades, incluso todas las noches del primer día de las vacaciones de verano de los chicos comienzan con un ¡chau a la escuela! Y festejo de vacaciones en casa: pizza casera, brindis, y cerveza negra.

Para mí, cumplir los años festejando una fiesta de cumpleaños, sería solo cumplir con la regla de que los cumpleaños se festejan. O sea, si lo festejo…cumplí. Pero soy sapo de otro pozo yo. La excepción a la regla (¿o la que la confirma?).


Esto de ser sapo de otro pozo (de qué pozo no tengo idea, ya que siempre soy de otro pozo) tiene sus pro y sus contra. Algunos de los pros serían, por ejemplo, observar las cosas como desde afuera, que puede resultar una actividad bastante estimulante, y hasta gratificante. Otro, la objetividad que me otorga eso de no pertenecer nunca del todo. En contra citaría, por ejemplo, esa mismísima objetividad, y a veces, ver las cosas como desde afuera.


De autor anónimo: "celebra tu día de cumpleaños, ya que nunca volverás a ser tan joven. Pero se cauto, ya que nunca has sido tan viejo". ¡Qué ganas de festejar que me da esta frase! Si antes no quería festejar, ahora mucho menos. ¿Celebra tu día de cumpleaños, ya que nunca volverás a ser tan joven? Una perla de la motivación.


He decidido no cumplir más años. Por supuesto que me quedan muchos años por vivir, solo que con ellos no estoy dispuesta a cumplir. Los viviré, los aprovecharé, los disfrutaré, los atesoraré, los aprenderé, los memorizaré, los gozaré, los utilizaré, los experimentaré, los estudiaré, y los tendré. Pero no los cumpliré.

jueves, 4 de agosto de 2016

Determinismo al azar



Eso de que A.N., amigo de la madurita, dijera que todo sucede por azar, era una señal de que ella debía sopesar sus suposiciones fundamentales. La madurita siempre creyó en la existencia de un orden, en la capacidad de decidir y de planificar, en la existencia de un significado.


Por ejemplo, ayer la madurita anotó por error en un formulario "74" en lugar de "47". Por supuesto que se percató de su avanzada edad sólo cuando la empleada le dijo "¡Qué bien que se la ve para su edad!... en 6 años más ya podrá hacer el trámite sin tener que hacer la cola, ¿se enteró de la nueva ley?". Hay cosas que a la madurita le gusta escuchar, la nueva ley no era una de ellas. Tampoco lo era eso de que la empleada pensó que tenía 74 años. Pero anotar "74" no fue por azar, ni por casualidad. Hablar al revés se considera un síntoma de hipotiroidismo, esa actividad glandular insuficiente que la acompaña desde hace 15 años.


Todo esto hizo que se preguntara la siguiente pregunta existencial: "¿Si es que efectivamente da la casualidad, y me veo bien para mi edad después de los 80 años, tendré que presentar el documento de dentidad para que me crean que tengo 80, y así no hacer la cola?"


Apropósito de la ley de no hacer cola para gente de más de 80, después de que la ministra de igualdad social votara en contra de aumentar la asignación por vejez (que da el seguro nacional a los ancianos), y que la gente se enfureciera al respecto; entonces, en ese justo momento, ella aprobó una ley para que los ancianos no tengan que esperar en la cola. ¿Esto es azar? ¿Es casualidad? De acuerdo con la teoría de A.N., el universo, la tierra, nosotros, todos los procesos de la creación son producto del azar; es decir, podrían ser como son ahora y podrían ser de otra manera.


Al contrario de lo que afirma A.N., la ansiosa cree en la existencia de universos paralelos. En el universo paralelo al nuestro (y mejorado), la ministra vota a favor de aumentar la asignación por vejez. ¿Tal vez todo esto sea nada más que un programa piloto, diseñado para aprender de los errores, con el objetivo de crear una humanidad mejorada? Pensó la madurita.

Y digamos que A.N. tiene razón, se dijo para sí con voz temblorosa, y realmente somos producto del azar, ¿eso no significa que nuestros comportamientos sean al azar, no? ¿O quizás sí?


El rechazo de la ley de aumento de la asignación por vejez, junto con la aprobación de la ley de exención de hacer cola para los ancianos, deja en descubierto la tesis de la ministra: los ancianos, y los que lo serán en un futuro (es decir, todos), carecen de inteligencia. Si la madurita va a ser considerada como alguien con la inteligencia de un tronco petrificado, prefiere que sea a causa de su propia elección y no por casualidad. Aunque ella habló aquí de que a su edad ya entendió que no existe tal cosa como "meritocracia", sino que hay sólo suerte, (así que de alguna manera sí cree en el azar), no quisiera tener más suerte que cerebro.


Un momento, siempre se ha dicho que es mejor hacer preguntas y ser considerado un estúpido por cinco minutos que no hacerlas y seguir siendo un estúpido para siempre, y también se dijo que no hay preguntas estúpidas. Si no hay preguntas estúpidas, entonces, ¿qué tipo de preguntas hace la gente estúpida? ¿Se convierten en inteligentes justo a tiempo para hacer preguntas? Y…Si un maestro no puede enseñar todas las materias, ¿cómo se puede esperar de un niño que pueda aprender todas las materias? Y…Si todo el mundo piensa lo mismo, ¿Es una señal de que alguien no está pensando? No pienso.


Nos hemos ido por las ramas, volvamos a nuestro tema. El azar es la falta de patrón y de orden, una situación caótica que no conduce a nada específico, a ningún propósito, carente de tendencia o de elección consciente. Algo accidental, al contrario de lo previsto. Con el fin de calmar su ansiedad (de típica ansiosa) la madurita tal vez debería hacer una distinción entre el azar y lo imprevisto. Después de todo, lo que una persona ve como aleatorio, otra lo puede considerar lejos de serlo.
Es similar a cuando una se cae en la vereda por culpa de una baldosa floja, y alguien te dice "despacito". A diferencia de lo que crees, está clarísimo para el transeúnte (en rol de comentarista), que no te caíste por casualidad, sino por caminar rápido. 
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Digamos que la ansiosa estará de acuerdo con un concepto de azar que se defina de una manera determinista, tal como en una computadora. Después de todo, lo que no te mata, te termina matando en un universo paralelo, y viceversa.

sábado, 25 de junio de 2016

El reino animal, el mineral, el vegetal y las cucarachas



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No hace falta ni ser madurita ni ser ansiosa para entender que existe el reino animal, el mineral, el vegetal y las cucarachas. Cualquiera puede entenderlo. Cucaracha es una categoría separada y especialmente diseñada para la cucaracha roja, la blattodea, la periplaneta americana, el cucarachón, la cucaracha doméstica, la voladora, y otros trasgos. Esta categoría comprende una variedad de monstruos agrupados todos en lo que es LA CUCARACHA. Todos aquellos voladores, capaces de chocarte en su vuelo emitiendo el sonido "Tack" –que caracteriza a una pieza de carne dura que puede volar y chocar contra una pared, o agredir a un humano- han de entrar dentro de la categoría. La ansiosa será ansiosa, pero ya es lo suficientemente madura como para tratar con LA CUCARACHA.



La madurita ha leído en algún sitio en internet que el mayor peligro de tener cucarachas en la casa reside en la inhalación de sus excrementos. Ella puede entender a aquellos que gustan de inhalar los vapores de todo tipo de marcadores con agradable y embriagador aroma, o los que aspiran olores de libros nuevos y viejos, los que llevan a sus pulmones todo tipo de sustancias, e incluso a aquellos que aspiran a con orgullo el vapor que sale del pañal de su nuevo bebé... ¿pero inhalar excrementos de cucaracha? Eso va más allá de lo que ella le puede perdonar a una persona.



La menopáusica leyó en otro lugar que las cucarachas pueden sobrevivir a un holocausto nuclear: "La cucaracha promedio puede soportar una radiación de 6400 rad [expresión oficial de la unidad de medida de exposición a la radiación] La dosis letal para los seres humanos, sin embargo, es sólo de 500 rad. Una de las teorías lo atribuye a la capacidad de recuperación de las cucarachas, gracias a la capacidad de recambio celular semanal de estas rastreras, durante el cual la tasa de indivisibilidad de las células es aproximadamente la mitad de lo normal. Ya que la radiación causa la mayoría de las mutaciones en el ADN cuando este se replica, las cucarachas estarían a salvo. La desaceleración de la tasa de replicación protege a las cucarachas de la radiación. Si resulta que este es el caso, los científicos podrían ofrecer una proteína similar a las de las células del cucarachón a los seres humanos -que así podrían sobrevivir incluso más que las cucarachas-."



Este artículo tiene dos caras:

1 ¿¡Es una joda!? ¿Poner dentro de células de la menopáusica ansiosa una proteína sacada de células de cucaracha?!?! No sería capaz ni soñando una pesadilla.

2 ¿sobrevivir a la cucaracha?... ¿Estamos hablando de sobrevivir en la cucaracha? ¿En serio? ¿Tan fácilmente? ¿Sin traumas? Si es así, ella está dispuesta a hablar.



No es que la ansiosa nunca sobrevivió a cucarachas en su vida. Ha sobrevivido y ha sobrevivido, y ha quedado con trauma. La primera cucaracha que ella sobrevivió fue esa que pasó caminando sobre su pie desnudo y descalzo, cuando se levantó de la cama por la noche para ir al baño a los 8 años. Fue un enorme insecto rojo, con unas muy largas antenas nunca antes vistas en su vida. Era una cucaracha con patas llenas de espinas (más perturbadoras que las de la madura un día después de afeitarse las piernas). Una cucaracha con un estilo de caminata godziliana, con la cabeza oculta y protegida por una estructura prominente que es el primer segmento del tórax, y que escondía un par de ojos con mirada asesina. Una cucaracha que no tenía nada de doméstica. El paseo monstruoso de la cucaracha sobre su pie derecho vino como castigo para la madurita –niña en ese entonces- por no escuchar a sus padres que le imploraban a menudo: "No camines descalza." Así que niños ¡quedan advertidos!


A la segunda cucaracha la sobrevivió esta misma semana, en lo que fue "La noche de la cucaracha". Los gatos que viven en su casa durmieron como troncos en "La noche de la cucaracha", no haciendo su trabajo correctamente. Consejo: Si quiere que sus gatos duerman como troncos, usted debe entrar una cucaracha a su casa. ¿Donde están las siete vidas cuando las necesitamos? En el quinto sueño, al igual que el marido de la ansiosa.



Pero ¿Qué sucedió en la noche de la cucaracha? Sucedió que la ansiosa fue descalza al baño por primera vez en treinta y nueve años de trauma CUCARACHA. Sin chinelas en sus pies, y suprimiendo de su mente cualquier pensamiento sobre cucarachas voladoras. Pensó: "¿Descalza? ¿Y si hay una cucaracha?"... "¡No seas ridícula!"… "¡Nunca ha habido una en esta casa! ¡Puedes ir descalza, ya es hora de salir de ese trauma!" Se dijo a sí misma, con voz persuasiva.



Todo iba bien hasta que una cucaracha gigante se dejó ver en el piso del aseo, yendo de derecha a izquierda, hacia la puerta, hacia el pasillo, y hacia el dormitorio de la menopáusica. El objetivo final de la cucaracha fue la pata de su cama, donde se detuvo. Se notaba como sopesaba opciones, salió de su inmovilidad y empezó a subir. La ansiosa le iba atrás con un veneno en aerosol en una mano y las chanclas de la hija mayor – que tomó de la habitación a hurtadillas- en la otra.



Luego de unos largos minutos de operación militar, que incluyó intentos desesperados de despertar al gato que dormía plácidamente sobre su cama, por último se oyó en el silencio de la noche el sonido de "¡Tzack!", en un rápido movimiento de flip-flops de las chanclas de la hija, realizado con determinación y valentía. La vida de la cucaracha –con capacidad de sobrevivir un holocausto nuclear- llegó a su fin.





En el exacto momento en el cual el sonido de "¡Tzack!" sacudió el aire del dormitorio, el marido de la madura abrió los ojos y dijo con voz de sonámbulo: "¿Qué pasó?"… "Nada, sólo un cucaracha... volvé a dormir", respondió ella en un estado de triunfo personal y femenino, mientras consideraba cambiar el nombre del blog de "menopáusica ansiosa" a "heroína sin miedo."

viernes, 24 de junio de 2016

Horror de trenes fantasma





Cualquier domingo dado por la mañana (que aquí son como los lunes) existe una tarea casi imposible de cumplir: llegar a tiempo a destino viajando en tren. También subir y encontrar un lugar para sentarse –que no sea viajando al revés, de espalda a la dirección del viaje- no es una tarea fácil. El tren casi siempre llega tarde los domingos, por lo que uno se pierde el otro tren, el de la combinación. Pero, ¿llegar tarde es lo mismo que perder el tren? Por supuesto que no, dirán. Perderse el tren es perderse el tren, y es mejor tarde que nunca. Este tipo de cosas son las que de repente al cerebro le da ganas de discutir a la edad de la menopáusica.



La frase "perder el tren"
es molesta, incómoda, pesada, enervante e irritante, pero es un poco mejor que "perdí el tren". ¿Qué es eso de que "perdí el tren"? ¡Por el amor de Dios! Conseguí dinero para el pasaje, me organicé, planeé el viaje, me levanté, me vestí, preparé un bolso, tal vez incluso me maquillé, compré el pasaje, esperé en la estación y.... ¿Qué? ¡¿Perdí el tren?! ¿Tal vez sea que el tren es el que se perdió de mí? ¿Tal vez en el próximo tren el viaje sea más largo pero el tren estará menos lleno y todo será menos denso? O ¿Será que quizás gané el tren?

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La menopáusica ha leído en alguna parte sobre un síndrome llamado "Síndrome de perder el tren", que es la creencia de que una determinada condición, o situación dada, es crítica e irreversible. A veces a ella le suena como que todo el mundo sufre de eso. Incluso ese pequeño y simpático gusanito que corrió por las vías detrás del tren, en un intento de alcanzarlo… y perdió el culo, volvió a buscarlo y perdió la cabeza. Moraleja: No, no es "no pierda su cabeza por un par de nalgas" sino "no pierda la cabeza por correr detrás del tren".



Otro trastorno obsesivo compulsivo es la creencia de que el tren pasa una sola vez, o de que sólo hay un tren que está diseñado para uno. Se trata de un malentendido común. ¿Acaso no oyeron de los abonos mensuales? ¿Y de la compra de boleto de ida y vuelta de antemano? El tren pasa una gran cantidad de veces, sólo cambian los pasajeros. A veces tampoco eso, ya le ha sucedido a la menopáusica que se encontró con la misma persona en diferentes trenes. Además, uno puede subirse por error al tren equivocado y sin embargo alcanzar el destino deseado. No es que hay que dejar que las oportunidades pasen de largo como si nada, pero tampoco hay que perder la cabeza como un gusano.


Además, y esto la ansiosa lo dice sin intención de bajonear, el tren es un símbolo de la revolución industrial, y hoy estamos en una era diferente...una era en la que la teoría de probabilidades conduce el pensamiento. Estamos en la era de las probabilidades. La era de la física cuántica. No somos empujados por una locomotora, ordenados en la vía férrea, todos detrásy de forma lineal, sino que cada uno es su propia locomotora, todo está abierto, y todo el mundo es su propio conductor. La luz en el túnel no viene necesariamente del foco del tren de frente. La luz puede ser una onda y también una partícula. Hoy en día todos somos remolques con capacidad de auto-propulsión. Está bueno, porque un tren puede ser también un horror de tren fantasma. Y eso de que cada uno sea un vagón independiente no significa que sea imposible conectarse para dirigirse en la misma dirección.


En lo que al síndrome de perder el tren respecta, "La única manera de estar absolutamente seguros de subir a un tren, es perder el anterior", dijo probablemente Chesterton. ¿Pero qué es lo que quiere decir la menopáusica con esto? Quizás sea que, de hecho, el sonido de un tren que se oye a la distancia mientras una está ahí, tranquilita, puede ser un sonido muy romántico, relajante y lleno de esperanza.


Así que queridas maduritas, donde quiera que estén, cuiden sus traseros si deciden correr detrás del tren, no sea cosa que al final terminen perdiendo la cabeza.

viernes, 10 de junio de 2016

Y otro quiere ser chofer, y viajar a Afula





El tema del dormir es un tema un tanto doloroso para la menopáusica. Por ejemplo, hoy salió al jardín a sacar unos limones del árbol y se dio cuenta de que los limones que estaban realmente maduros estaban todos en el suelo. De inmediato surgieron de las profundidades, grandes preguntas existenciales, como las medusas en la playa de Ashkelon en agosto. ¿Es este el final de cada limón? ¿El final de cada fruta madura? ¿El fin de todo lo maduro? ¿El fin de la menopáusica?


Al parecer, estos planteos le surgen a causa de la falta de sueño. Esa es la explicación lógica. "Una persona que duerme entre cuatro y seis horas por noche se convierte en limón" recitó para sí misma, mientras seguía de pie en el patio y fijaba la mirada en el árbol, sin verlo. Se imaginó la frase recitada, dando vuelta en las páginas de Facebook, sobre una foto de fondo extraída de la base de imágenes de Google.

Un gato puede pedir salir por la ventana cerrada de la habitación a las tres de la mañana, pedirá entrar a las cuatro, pedirá salir de nuevo a las cinco y cuarto, y otra vez entre las seis y las seis y veinte...otro gato se puede subir al mármol de la cocina en un intento de beber agua del vaso quedó ahí por error y tirar el vaso rompiéndolo en el suelo de la cocina, a las cuatro en punto de la mañana (en su vida no habrá de beber de su cuenco de agua). Otro gato quiere entrar a la habitación de uno de los niños, comenzará a arañar la puerta de la habitación del niño o niña a las dos de la mañana, y continuará arañando la puerta hasta que alguien le abra. O hasta que logre agujerear la puerta.

Sí, está claro, no se puede dormir con gatos. Pero esa no es la única razón de la falta de sueño de la madurita. Probablemente, la razón principal sea la vida misma. Sí, Sr. Netanyahu, también la menopáusica puede pensar en la vida misma, no sólo usted. Ella siempre vivió con la confianza de que cuando llegue a la edad que tiene hoy en día, las grandes preguntas existenciales ya habrán recibido una respuesta adecuada. Preguntas como por ejemplo "¿Qué quiero ser cuando sea grande".

No es el caso. Hoy la menopáusica estaría feliz si tuviera una respuesta apropiada a esa pregunta, al menos una respuesta, aunque no fuera apropiada.


"Nada ha terminado hasta que se acaba," se dijo en voz alta para sí misma. Volverse un limón no es aún el final, porque para ese limón particular es el comienzo. La madurita no sabe lo que quiere ser cuando sea grande, y puede que nunca logre encontrar una respuesta a esa pregunta. Ella suele preguntársela a los niños, ya que todavía está buscando ideas. La única respuesta que sí tiene es a la pregunta "¿Qué no quiere ser?" La vida misma a veces la pone en un sitio donde ella no quiere estar, entonces no duerme otra vez. El sueño es la perfecta medida de la calidad del lugar donde se encuentra en cada momento. El sueño, o la falta de sueño, que también es impulsor de búsqueda y de cambio. Pero ¿por qué el dormir?! ¿Por qué?! ¿Por qué esa cosa tan vital que puede hacer de ella una flor fresca o un monstruo nocturno y oscuro?! Ella se las arreglaría igual de bien, o incluso mejor, si la perfecta medida fuera, por ejemplo, la longitud de las uñas de los pies, y no el sueño.


Queridas mujeres maduras: aunque no sepan muy bien lo que quieran ser cuando sean grandes, ¡no preocuparse! Si usted no duerme bien por la vida misma, ¡no se preocupe! ¡Basta con que usted sepa qué debe modificar, para cambiar y dormir! Este blog pretende ser un guía. Entonces, a la guía…guía.


Consejos:


Si no duerme lo suficiente durante la noche, y por lo tanto le surgen preguntas existenciales importantes -como medusas en el mar de Ashkelon en agosto- hágase sólo la siguiente pregunta: ¿Qué necesita usted cambiar en su vida? Es preferible también responder.


No beba agua después de una sandía. Tampoco vino después de un melón.


Si no duerme, pero no hay nada que haya que cambiar en su vida, o sí lo hay pero no lo puede modificar...entonces cámbiese a sí misma, cambie la forma de ver las cosas. Cuéntese a sí misma otra película. Y si es con Johnny Depp, mejor.


Media hora antes de cada comida beba dos tazas de agua fría.


Si usted se fue de vacaciones, y extraña a los gatos, ponga un reloj despertador que suene cada hora y media. Se sentirá como en casa.


Asegúrese de comer suficientes verduras y frutas, hágase media horita al día para estar con usted mismo, asegúrese de dar paseos a la puesta del sol dos veces por semana, haga ejercicio, el ejercicio reduce el estrés y prolonga la esperanza de vida.


No lea guías ni listas de consejos en la red.







domingo, 5 de junio de 2016

La edad de la inocencia






Era razonable suponer que a la edad de la menopáusica ansiosa, la edad de la inocencia ya habría terminado.

No, no es el caso. Aunque ésta no es la inocencia de una jovencita, sino la de una madurita. Con el tiempo y con la madurez, ella ya se dio cuenta de que no hay tal cosa "meritocracia", sino conexiones. Además, se dio cuenta de que sí hay tal cosa como "suerte", y que no todo depende de la cantidad de esfuerzo y de deseo que tiene un ser humano. Si alguna vez pensó que el esfuerzo trae frutos, ahora sabe que lo que hay es o suerte o conexiones.


La diferencia entre la inocencia de la jovencita y la inocencia de la madurita deriva principalmente de la intención de la menopáusica de no volverse una vieja malhumorada, una resentida social, una de esas ancianas irritables. En verdad, tal vez fue siempre una malhumorada. ¡Pero vieja!

Es cierto, ésta no es aquella inocencia refrescante relacionada con la creencia de que está todo bien, sino la inocencia depresiva relacionada con el subtexto de la frase todo está de rechupete.


¿Pero por qué todo está de rechupete no puede ser lo mismo que está todo bien?
En verdad, se puede decir que casi todo en la vida depende de la auto-sugestión. Después de todo, el cerebro percibe sólo lo que él cree que ve, que oye, que siente. Y la menopáusica puede auto-educarse a creer en cualquier cosa. Casi.


Si antes la inocencia se limitaba a estar dentro de sus fronteras naturales, hoy en día la menopáusica sabe que su inocencia es ilimitada. Casi. A partir de las fronteras ampliadas de la inocencia, la madurita puede utilizarla para reforzar y para racionalizar todos los estados de ánimo de la menopausia. Por ejemplo, si está de mal humor, su ingenuidad le hará creer que la imagen fotográfica de la modelo en la revista muestra una real piel suave y radiante, unos reales ojos sin arrugas, y unos perfectos cabellos reales, a pesar de tener la modelo 47 años de edad. La madura hará ojos ciegos al photoshop y podrá decirse a sí misma "su esfuerzo valió la pena", haciendo caso omiso a la meritocracia y llorando por haber dejado de hacer su gimnasia modeladora. Pero, si su estado de ánimo es bueno, inmediatamente cancelará en su mente lo que sus ojos ven y se relacionará con la misma imagen, por ejemplo, como una mentira manipuladora que sólo pretende causar un consumismo ciego e inocente. Su inocencia es flexible, pragmática y servicial.


Inocente puede ser quien "da confianza ciega y poco sofisticada, es papanatas, ingenuo, ignorante, inofensivo e inocuo", y puede ser también quien es "puro".¡Ah, la divina ambigüedad!

Según Wiki, William Butler Yeats dijo: "la inocencia y la belleza no tienen enemigos excepto el tiempo". Tal vez sea cierto. En cualquier caso, el juicio de Yeats es menos perturbador que "el ingenuo es como un leproso mudo que ha perdido su voz, y va vagando por el mundo sin ninguna intención de dañar ", frase que dícese ser de de Graham Greene.


De acuerdo a Wikipedia, la inocencia es un concepto que caracteriza a gente no sofisticada y que no va por ahí buscando el mal, sino buscando una vida sencilla. ¡Ahora que la menopáusica es mayorcita, de repente no es tan inocente sino que se vuelve mala y sofisticada! ¡Nooo...ni ahí! Como he dicho, ella tiene el don de educarse a sí misma para creer casi cualquier cosa. Momento... ¿Y pensar así no es pensar de una manera inocente? Ahí está, la experiencia de vida puede arruinar un poco la inocencia, pero también nos puede llevar nuevamente hacia ella.


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