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sábado, 25 de junio de 2016

El reino animal, el mineral, el vegetal y las cucarachas



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No hace falta ni ser madurita ni ser ansiosa para entender que existe el reino animal, el mineral, el vegetal y las cucarachas. Cualquiera puede entenderlo. Cucaracha es una categoría separada y especialmente diseñada para la cucaracha roja, la blattodea, la periplaneta americana, el cucarachón, la cucaracha doméstica, la voladora, y otros trasgos. Esta categoría comprende una variedad de monstruos agrupados todos en lo que es LA CUCARACHA. Todos aquellos voladores, capaces de chocarte en su vuelo emitiendo el sonido "Tack" –que caracteriza a una pieza de carne dura que puede volar y chocar contra una pared, o agredir a un humano- han de entrar dentro de la categoría. La ansiosa será ansiosa, pero ya es lo suficientemente madura como para tratar con LA CUCARACHA.



La madurita ha leído en algún sitio en internet que el mayor peligro de tener cucarachas en la casa reside en la inhalación de sus excrementos. Ella puede entender a aquellos que gustan de inhalar los vapores de todo tipo de marcadores con agradable y embriagador aroma, o los que aspiran olores de libros nuevos y viejos, los que llevan a sus pulmones todo tipo de sustancias, e incluso a aquellos que aspiran a con orgullo el vapor que sale del pañal de su nuevo bebé... ¿pero inhalar excrementos de cucaracha? Eso va más allá de lo que ella le puede perdonar a una persona.



La menopáusica leyó en otro lugar que las cucarachas pueden sobrevivir a un holocausto nuclear: "La cucaracha promedio puede soportar una radiación de 6400 rad [expresión oficial de la unidad de medida de exposición a la radiación] La dosis letal para los seres humanos, sin embargo, es sólo de 500 rad. Una de las teorías lo atribuye a la capacidad de recuperación de las cucarachas, gracias a la capacidad de recambio celular semanal de estas rastreras, durante el cual la tasa de indivisibilidad de las células es aproximadamente la mitad de lo normal. Ya que la radiación causa la mayoría de las mutaciones en el ADN cuando este se replica, las cucarachas estarían a salvo. La desaceleración de la tasa de replicación protege a las cucarachas de la radiación. Si resulta que este es el caso, los científicos podrían ofrecer una proteína similar a las de las células del cucarachón a los seres humanos -que así podrían sobrevivir incluso más que las cucarachas-."



Este artículo tiene dos caras:

1 ¿¡Es una joda!? ¿Poner dentro de células de la menopáusica ansiosa una proteína sacada de células de cucaracha?!?! No sería capaz ni soñando una pesadilla.

2 ¿sobrevivir a la cucaracha?... ¿Estamos hablando de sobrevivir en la cucaracha? ¿En serio? ¿Tan fácilmente? ¿Sin traumas? Si es así, ella está dispuesta a hablar.



No es que la ansiosa nunca sobrevivió a cucarachas en su vida. Ha sobrevivido y ha sobrevivido, y ha quedado con trauma. La primera cucaracha que ella sobrevivió fue esa que pasó caminando sobre su pie desnudo y descalzo, cuando se levantó de la cama por la noche para ir al baño a los 8 años. Fue un enorme insecto rojo, con unas muy largas antenas nunca antes vistas en su vida. Era una cucaracha con patas llenas de espinas (más perturbadoras que las de la madura un día después de afeitarse las piernas). Una cucaracha con un estilo de caminata godziliana, con la cabeza oculta y protegida por una estructura prominente que es el primer segmento del tórax, y que escondía un par de ojos con mirada asesina. Una cucaracha que no tenía nada de doméstica. El paseo monstruoso de la cucaracha sobre su pie derecho vino como castigo para la madurita –niña en ese entonces- por no escuchar a sus padres que le imploraban a menudo: "No camines descalza." Así que niños ¡quedan advertidos!


A la segunda cucaracha la sobrevivió esta misma semana, en lo que fue "La noche de la cucaracha". Los gatos que viven en su casa durmieron como troncos en "La noche de la cucaracha", no haciendo su trabajo correctamente. Consejo: Si quiere que sus gatos duerman como troncos, usted debe entrar una cucaracha a su casa. ¿Donde están las siete vidas cuando las necesitamos? En el quinto sueño, al igual que el marido de la ansiosa.



Pero ¿Qué sucedió en la noche de la cucaracha? Sucedió que la ansiosa fue descalza al baño por primera vez en treinta y nueve años de trauma CUCARACHA. Sin chinelas en sus pies, y suprimiendo de su mente cualquier pensamiento sobre cucarachas voladoras. Pensó: "¿Descalza? ¿Y si hay una cucaracha?"... "¡No seas ridícula!"… "¡Nunca ha habido una en esta casa! ¡Puedes ir descalza, ya es hora de salir de ese trauma!" Se dijo a sí misma, con voz persuasiva.



Todo iba bien hasta que una cucaracha gigante se dejó ver en el piso del aseo, yendo de derecha a izquierda, hacia la puerta, hacia el pasillo, y hacia el dormitorio de la menopáusica. El objetivo final de la cucaracha fue la pata de su cama, donde se detuvo. Se notaba como sopesaba opciones, salió de su inmovilidad y empezó a subir. La ansiosa le iba atrás con un veneno en aerosol en una mano y las chanclas de la hija mayor – que tomó de la habitación a hurtadillas- en la otra.



Luego de unos largos minutos de operación militar, que incluyó intentos desesperados de despertar al gato que dormía plácidamente sobre su cama, por último se oyó en el silencio de la noche el sonido de "¡Tzack!", en un rápido movimiento de flip-flops de las chanclas de la hija, realizado con determinación y valentía. La vida de la cucaracha –con capacidad de sobrevivir un holocausto nuclear- llegó a su fin.





En el exacto momento en el cual el sonido de "¡Tzack!" sacudió el aire del dormitorio, el marido de la madura abrió los ojos y dijo con voz de sonámbulo: "¿Qué pasó?"… "Nada, sólo un cucaracha... volvé a dormir", respondió ella en un estado de triunfo personal y femenino, mientras consideraba cambiar el nombre del blog de "menopáusica ansiosa" a "heroína sin miedo."

viernes, 24 de junio de 2016

Horror de trenes fantasma





Cualquier domingo dado por la mañana (que aquí son como los lunes) existe una tarea casi imposible de cumplir: llegar a tiempo a destino viajando en tren. También subir y encontrar un lugar para sentarse –que no sea viajando al revés, de espalda a la dirección del viaje- no es una tarea fácil. El tren casi siempre llega tarde los domingos, por lo que uno se pierde el otro tren, el de la combinación. Pero, ¿llegar tarde es lo mismo que perder el tren? Por supuesto que no, dirán. Perderse el tren es perderse el tren, y es mejor tarde que nunca. Este tipo de cosas son las que de repente al cerebro le da ganas de discutir a la edad de la menopáusica.



La frase "perder el tren"
es molesta, incómoda, pesada, enervante e irritante, pero es un poco mejor que "perdí el tren". ¿Qué es eso de que "perdí el tren"? ¡Por el amor de Dios! Conseguí dinero para el pasaje, me organicé, planeé el viaje, me levanté, me vestí, preparé un bolso, tal vez incluso me maquillé, compré el pasaje, esperé en la estación y.... ¿Qué? ¡¿Perdí el tren?! ¿Tal vez sea que el tren es el que se perdió de mí? ¿Tal vez en el próximo tren el viaje sea más largo pero el tren estará menos lleno y todo será menos denso? O ¿Será que quizás gané el tren?

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La menopáusica ha leído en alguna parte sobre un síndrome llamado "Síndrome de perder el tren", que es la creencia de que una determinada condición, o situación dada, es crítica e irreversible. A veces a ella le suena como que todo el mundo sufre de eso. Incluso ese pequeño y simpático gusanito que corrió por las vías detrás del tren, en un intento de alcanzarlo… y perdió el culo, volvió a buscarlo y perdió la cabeza. Moraleja: No, no es "no pierda su cabeza por un par de nalgas" sino "no pierda la cabeza por correr detrás del tren".



Otro trastorno obsesivo compulsivo es la creencia de que el tren pasa una sola vez, o de que sólo hay un tren que está diseñado para uno. Se trata de un malentendido común. ¿Acaso no oyeron de los abonos mensuales? ¿Y de la compra de boleto de ida y vuelta de antemano? El tren pasa una gran cantidad de veces, sólo cambian los pasajeros. A veces tampoco eso, ya le ha sucedido a la menopáusica que se encontró con la misma persona en diferentes trenes. Además, uno puede subirse por error al tren equivocado y sin embargo alcanzar el destino deseado. No es que hay que dejar que las oportunidades pasen de largo como si nada, pero tampoco hay que perder la cabeza como un gusano.


Además, y esto la ansiosa lo dice sin intención de bajonear, el tren es un símbolo de la revolución industrial, y hoy estamos en una era diferente...una era en la que la teoría de probabilidades conduce el pensamiento. Estamos en la era de las probabilidades. La era de la física cuántica. No somos empujados por una locomotora, ordenados en la vía férrea, todos detrásy de forma lineal, sino que cada uno es su propia locomotora, todo está abierto, y todo el mundo es su propio conductor. La luz en el túnel no viene necesariamente del foco del tren de frente. La luz puede ser una onda y también una partícula. Hoy en día todos somos remolques con capacidad de auto-propulsión. Está bueno, porque un tren puede ser también un horror de tren fantasma. Y eso de que cada uno sea un vagón independiente no significa que sea imposible conectarse para dirigirse en la misma dirección.


En lo que al síndrome de perder el tren respecta, "La única manera de estar absolutamente seguros de subir a un tren, es perder el anterior", dijo probablemente Chesterton. ¿Pero qué es lo que quiere decir la menopáusica con esto? Quizás sea que, de hecho, el sonido de un tren que se oye a la distancia mientras una está ahí, tranquilita, puede ser un sonido muy romántico, relajante y lleno de esperanza.


Así que queridas maduritas, donde quiera que estén, cuiden sus traseros si deciden correr detrás del tren, no sea cosa que al final terminen perdiendo la cabeza.

viernes, 10 de junio de 2016

Y otro quiere ser chofer, y viajar a Afula





El tema del dormir es un tema un tanto doloroso para la menopáusica. Por ejemplo, hoy salió al jardín a sacar unos limones del árbol y se dio cuenta de que los limones que estaban realmente maduros estaban todos en el suelo. De inmediato surgieron de las profundidades, grandes preguntas existenciales, como las medusas en la playa de Ashkelon en agosto. ¿Es este el final de cada limón? ¿El final de cada fruta madura? ¿El fin de todo lo maduro? ¿El fin de la menopáusica?


Al parecer, estos planteos le surgen a causa de la falta de sueño. Esa es la explicación lógica. "Una persona que duerme entre cuatro y seis horas por noche se convierte en limón" recitó para sí misma, mientras seguía de pie en el patio y fijaba la mirada en el árbol, sin verlo. Se imaginó la frase recitada, dando vuelta en las páginas de Facebook, sobre una foto de fondo extraída de la base de imágenes de Google.

Un gato puede pedir salir por la ventana cerrada de la habitación a las tres de la mañana, pedirá entrar a las cuatro, pedirá salir de nuevo a las cinco y cuarto, y otra vez entre las seis y las seis y veinte...otro gato se puede subir al mármol de la cocina en un intento de beber agua del vaso quedó ahí por error y tirar el vaso rompiéndolo en el suelo de la cocina, a las cuatro en punto de la mañana (en su vida no habrá de beber de su cuenco de agua). Otro gato quiere entrar a la habitación de uno de los niños, comenzará a arañar la puerta de la habitación del niño o niña a las dos de la mañana, y continuará arañando la puerta hasta que alguien le abra. O hasta que logre agujerear la puerta.

Sí, está claro, no se puede dormir con gatos. Pero esa no es la única razón de la falta de sueño de la madurita. Probablemente, la razón principal sea la vida misma. Sí, Sr. Netanyahu, también la menopáusica puede pensar en la vida misma, no sólo usted. Ella siempre vivió con la confianza de que cuando llegue a la edad que tiene hoy en día, las grandes preguntas existenciales ya habrán recibido una respuesta adecuada. Preguntas como por ejemplo "¿Qué quiero ser cuando sea grande".

No es el caso. Hoy la menopáusica estaría feliz si tuviera una respuesta apropiada a esa pregunta, al menos una respuesta, aunque no fuera apropiada.


"Nada ha terminado hasta que se acaba," se dijo en voz alta para sí misma. Volverse un limón no es aún el final, porque para ese limón particular es el comienzo. La madurita no sabe lo que quiere ser cuando sea grande, y puede que nunca logre encontrar una respuesta a esa pregunta. Ella suele preguntársela a los niños, ya que todavía está buscando ideas. La única respuesta que sí tiene es a la pregunta "¿Qué no quiere ser?" La vida misma a veces la pone en un sitio donde ella no quiere estar, entonces no duerme otra vez. El sueño es la perfecta medida de la calidad del lugar donde se encuentra en cada momento. El sueño, o la falta de sueño, que también es impulsor de búsqueda y de cambio. Pero ¿por qué el dormir?! ¿Por qué?! ¿Por qué esa cosa tan vital que puede hacer de ella una flor fresca o un monstruo nocturno y oscuro?! Ella se las arreglaría igual de bien, o incluso mejor, si la perfecta medida fuera, por ejemplo, la longitud de las uñas de los pies, y no el sueño.


Queridas mujeres maduras: aunque no sepan muy bien lo que quieran ser cuando sean grandes, ¡no preocuparse! Si usted no duerme bien por la vida misma, ¡no se preocupe! ¡Basta con que usted sepa qué debe modificar, para cambiar y dormir! Este blog pretende ser un guía. Entonces, a la guía…guía.


Consejos:


Si no duerme lo suficiente durante la noche, y por lo tanto le surgen preguntas existenciales importantes -como medusas en el mar de Ashkelon en agosto- hágase sólo la siguiente pregunta: ¿Qué necesita usted cambiar en su vida? Es preferible también responder.


No beba agua después de una sandía. Tampoco vino después de un melón.


Si no duerme, pero no hay nada que haya que cambiar en su vida, o sí lo hay pero no lo puede modificar...entonces cámbiese a sí misma, cambie la forma de ver las cosas. Cuéntese a sí misma otra película. Y si es con Johnny Depp, mejor.


Media hora antes de cada comida beba dos tazas de agua fría.


Si usted se fue de vacaciones, y extraña a los gatos, ponga un reloj despertador que suene cada hora y media. Se sentirá como en casa.


Asegúrese de comer suficientes verduras y frutas, hágase media horita al día para estar con usted mismo, asegúrese de dar paseos a la puesta del sol dos veces por semana, haga ejercicio, el ejercicio reduce el estrés y prolonga la esperanza de vida.


No lea guías ni listas de consejos en la red.







domingo, 5 de junio de 2016

La edad de la inocencia






Era razonable suponer que a la edad de la menopáusica ansiosa, la edad de la inocencia ya habría terminado.

No, no es el caso. Aunque ésta no es la inocencia de una jovencita, sino la de una madurita. Con el tiempo y con la madurez, ella ya se dio cuenta de que no hay tal cosa "meritocracia", sino conexiones. Además, se dio cuenta de que sí hay tal cosa como "suerte", y que no todo depende de la cantidad de esfuerzo y de deseo que tiene un ser humano. Si alguna vez pensó que el esfuerzo trae frutos, ahora sabe que lo que hay es o suerte o conexiones.


La diferencia entre la inocencia de la jovencita y la inocencia de la madurita deriva principalmente de la intención de la menopáusica de no volverse una vieja malhumorada, una resentida social, una de esas ancianas irritables. En verdad, tal vez fue siempre una malhumorada. ¡Pero vieja!

Es cierto, ésta no es aquella inocencia refrescante relacionada con la creencia de que está todo bien, sino la inocencia depresiva relacionada con el subtexto de la frase todo está de rechupete.


¿Pero por qué todo está de rechupete no puede ser lo mismo que está todo bien?
En verdad, se puede decir que casi todo en la vida depende de la auto-sugestión. Después de todo, el cerebro percibe sólo lo que él cree que ve, que oye, que siente. Y la menopáusica puede auto-educarse a creer en cualquier cosa. Casi.


Si antes la inocencia se limitaba a estar dentro de sus fronteras naturales, hoy en día la menopáusica sabe que su inocencia es ilimitada. Casi. A partir de las fronteras ampliadas de la inocencia, la madurita puede utilizarla para reforzar y para racionalizar todos los estados de ánimo de la menopausia. Por ejemplo, si está de mal humor, su ingenuidad le hará creer que la imagen fotográfica de la modelo en la revista muestra una real piel suave y radiante, unos reales ojos sin arrugas, y unos perfectos cabellos reales, a pesar de tener la modelo 47 años de edad. La madura hará ojos ciegos al photoshop y podrá decirse a sí misma "su esfuerzo valió la pena", haciendo caso omiso a la meritocracia y llorando por haber dejado de hacer su gimnasia modeladora. Pero, si su estado de ánimo es bueno, inmediatamente cancelará en su mente lo que sus ojos ven y se relacionará con la misma imagen, por ejemplo, como una mentira manipuladora que sólo pretende causar un consumismo ciego e inocente. Su inocencia es flexible, pragmática y servicial.


Inocente puede ser quien "da confianza ciega y poco sofisticada, es papanatas, ingenuo, ignorante, inofensivo e inocuo", y puede ser también quien es "puro".¡Ah, la divina ambigüedad!

Según Wiki, William Butler Yeats dijo: "la inocencia y la belleza no tienen enemigos excepto el tiempo". Tal vez sea cierto. En cualquier caso, el juicio de Yeats es menos perturbador que "el ingenuo es como un leproso mudo que ha perdido su voz, y va vagando por el mundo sin ninguna intención de dañar ", frase que dícese ser de de Graham Greene.


De acuerdo a Wikipedia, la inocencia es un concepto que caracteriza a gente no sofisticada y que no va por ahí buscando el mal, sino buscando una vida sencilla. ¡Ahora que la menopáusica es mayorcita, de repente no es tan inocente sino que se vuelve mala y sofisticada! ¡Nooo...ni ahí! Como he dicho, ella tiene el don de educarse a sí misma para creer casi cualquier cosa. Momento... ¿Y pensar así no es pensar de una manera inocente? Ahí está, la experiencia de vida puede arruinar un poco la inocencia, pero también nos puede llevar nuevamente hacia ella.


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