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jueves, 21 de abril de 2016

Una puerta con conciencia de clase





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Las puertas giratorias son hélices apocalípticas. Principalmente esas que dan vuelta por sí solas, a su propio ritmo, las puertas robóticas. Así es la de la entrada por la puerta "Ofer" en el shopping "Gran Cañón" en Beer Sheva, se mueve por sí misma, no importa si la menopáusica quiere pasar rápido o lento, la puerta está en la suya. Es como si tuviera auto-conciencia y tomara responsabilidad de sí misma. Como si la puerta estuviera planificando una revolución, una toma de poder contra la dominación burguesa. En tal caso sugeriría colocar señales de advertencia en la entrada al centro comercial: "Atención, puerta con conciencia de clase."


Para una control freak como la madurita, autora de este blog, no es algo simple que la puerta se mueva por sí sola. Aunque hay un lado positivo, y es que las demás personas, que entran a la puerta antes o después que ella, tampoco tienen control. Todos van a la misma velocidad, con lo que se ahorran argumentos y molestias innecesarias en relación a la velocidad de rotación. También las puertas que se abren automáticamente pueden ser difíciles a veces.

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La automatización se está extendiendo en la vida de la menopáusica. De hecho, en la de todos. El auto automático, por ejemplo, decide por sí mismo cuando va a mover el engranaje de los cambios. La mayoría de las veces el coche no hace exactamente lo que haría la menopáusica, actúa sin sincronización. Por ejemplo, la menopáusica haría un cambio a un cambio inferior antes de una subida (para dar potencia al motor y subir fetém fetém, claro). El auto, por el contrario, pasa a un engranaje menor justo después de la colina (que es cuando el coche se da cuenta que el motor necesita potencia). Es cierto, hay quienes dirían que no todos los autos reaccionan de esa manera. Es verdad, el auto anterior de la menopáusica se daba cuenta de que si ella daba un golpe de aceleración pisándolo de repente, esa era una señal de que debe hacer el cambio, a un cambio más bajo, ya que ella se dispone a pasar a un auto en la ruta y el motor necesita potencia. El coche entendía y reaccionaba en consecuencia.


Esto demuestra exactamente el problema del cual estoy hablando, que es que cada coche tiene su carácter. Pero, ¿Estamos hablando de un coche automático o de un coche con carácter? ¿Desde cuándo los autos tienen personalidad? ¿No es suficiente ya lidiar con los seres humanos y sus personalidades? ¿Por qué copiar la complejidad de las relaciones humanas en las relaciones entre las personas y las máquinas, las puertas, los autos y demás?


Las máquinas sustituyen cada vez más a los seres humanos. Ya hable aquí sobre los robots, y de cómo serán parte de nuestras vidas, como terapeutas, cuidadores, y quizás en el futuro también como pareja, como en la película "El hombre bicentenario". O, tal vez serán como el genio de la botella, o como monstruos incontrolables, estilo Frankenstein. No tenemos otra opción que entender nuestra relación con la tecnología así como entendemos las relaciones humanas. Es nuestro esquema mental. Las relaciones son relaciones. Así que, sí, la menopáusica se relaciona con la puerta y con el coche. Incluso si para la puerta no hay ninguna relación, ni nada que se parezca, para la menopáusica sí la hay, por lo tanto, hay relación en la ecuación. ¿Ustedes no tiene ninguna relación con whatsapp? La ansiosa sí.


Cada conexión por whatsapp es relacionarse en dos niveles, o dos dimensiones. Uno de los niveles tiene lugar entre la menopáusica y la persona en el otro lado del whatsapp. La otra dimensión es entre la menopáusica y el whatsapp. Ésta dimensión es una especie de meta-relación. Dar-recibir. Necesidad-respuesta. Servicio-agradecimiento. ¿Actualizar la aplicación es como darle de comer?

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"Las máquinas de ganar premios nos engañaron toda la vida." ¿Vieron ese titular? Recientemente he descubierto que esas máquinas que tienen una pequeña grúa para levantar muñecas de peluche fueron diseñadas de modo que las muñecas casi siempre se caen, incluso cuando logramos atraparlas. Lo interesante aquí es el título: " Las máquinas de ganar premios nos engañaron toda la vida." No habla de los humanos, que son los programadores, sino de las máquinas. En el artículo se hace acotación a los dueños de las máquinas, pero no en el título. Esto es representativo de algo.


En otra época Marx desarrolló la teoría del fetichismo de la mercancía, me parece que hoy en día se puede hablar de fetichismo de las máquinas. Las relaciones humanas están mediatizadas.

Breve historia del fetichismo de la mercancía: en el mercado se lleva a cabo el trueque de mercancías como si los propios productos mantuvieran relaciones sociales y no los humanos (por lo tanto, se oculta el verdadero fundamento de valor). En el mercado los bienes son intercambiados con otros productos, como si ese intercambio fueran relaciones sociales, mientras que las personas no están conectadas directamente con otras personas, sino con cosas. Las relaciones humanas se cosifican. La persona que compra la leche en el supermercado no se relaciona con el productor de leche, sino solo con el cartón de leche y con su precio. Para más claridad, la plata de la persona que compra la leche en el supermercado se relaciona con el cartón de leche.

En un paralelismo, la menopáusica no se relaciona directamente con la persona al otro lado de whatsapp, sino su teléfono con la aplicación, o su teléfono con otro teléfono, aplicación con aplicación. Lo mismo para la persona del otro lado. El futuro robot que cuidará de mí estará conectado a la expedición automática de remedios de la organización sanitaria farmacéutica de la obra social, yo no me relacionaré con el médico. Incluso aunque todavía esté "yo" y esté el "doctor" detrás de las cosas, no nos veremos, no nos registraremos, exacto como en el fetichismo de la mercancía, las relaciones se cosificarán casi por completo. O tal vez no. El tiempo dirá.


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Las máquinas siempre han estado en contacto con los seres humanos, como herramientas, instrumentos, como una extensión del ser humano o como máquina independiente conferida por la manipulación humana. Pero en esta época, donde las personas cada vez son más dependientes de la tecnología, donde las máquinas se vuelven cada vez más autónomas, puede ser que la idea de puertas giratorias con conciencia de clase no sea tan pero tan descabellada.



lunes, 18 de abril de 2016

This is IT


Estoy hecha una adolescente, verdaderamente en la edad del pavo, odio ducharme y sólo quieren dormir. En realidad estoy en la edad del "IT". Del this is "IT".Probablemente no todas alcanzan la edad del "IT" como yo, que voy a Forever 21 convencida que el nombre de la red fue inventado para mí, porque quiero un jean desgarrado, aunque ahora necesito dos talles más grande del que solía usar.

La verdad es que no me importa cómo me veo, lo que me importa es haber perdido el control (alguien dijo control freak?). Si voy a pesar cinco kilos de más, prefiero que sea a causa de haber saboreado a sabiendas unas buenísimas y abundantes comidas de reyes, y no porque mi metabolismo ha decidido salir de jubilación anticipada. No es que quiera darle bola, pero es ese Meta-bolismo que me empuja al bolismo.

Hace unos días vi una nota sobre el concurso "Miss Abuela" en Brasil. Cada abuela concursante presentaba un cuerpo de modelo, por lo que si hace falta ser una abuela para tener ese cuerpo, ¡venga! 
¡Ah, mi metabolismo jubilado! 

Con la edad descubrí que el mejor momento para reflexionar y meditar sobre cualquier cosa es mientras se conduce, al volante, en el auto. Cuando una va manejando sola en el coche la atención es capaz de dividirse por la mitad, por lo que una está súper-concentrada en el volante por un lado, pero al mismo tiempo medita y reflexiona profundamente sobre tópicos varios. Así me pasó hoy mientras me dirigía a una reunión. Llegué al destino con la respuesta. No es el peso extra lo que me molesta tanto, sino el haber perdido el control. Esperaba que con la edad se incrementara el control y no disminuyera. "Algo le sucede que no está bajo su control, si no sabe cómo controlarlo", declaraba una frase en un artículo sobre la menopausia que encontré en la red. Sabia la frase, aunque un tanto redundante. Es muy sencillo, basta con aprender a controlar lo que me pasa.



¿Pero qué es lo que me pasa?

"IT". Esto es lo que me pasa. Lo llamo "IT". Así que antes de empezar a tomar Verbena Medicinal para equilibrar las glándulas suprarrenales, Angélica China para aumentar el flujo sanguíneo, o Arbusto de Abraham para el aumento de la actividad de los receptores de dopamina en el cerebro, debería aceptar que sólo estoy en la edad del "IT" y vivir tranquila.

En la edad del "IT" hay ITchiness (prurito, irritación o malestar), ITerate (repetición), ITems (temas), y ITemization (detalle y desglose), en sus formas más extremas. Pero en mayor parte lo que hay es "IT" en sí, al cual una debe ser capaz de controlar, y la mejor manera de controlarlo es Let IT be, o Just drop IT.

Por lo general, no soy de las que creen que el no relacionarse con algún temita hace que éste desaparezca, pero en este caso me parece que hay que vivir y dejar vivir al "IT". No es malo ser un poco Itinerante y pasar de una edad a otra, ¿no? En general, ser ITinerante permite conocer nuevos lugares. No nos olvidemos de que la edad del "IT" hoy en día se prolonga, ya que la esperanza de vida se alargó, así que vivir en paz con "IT" es la mejor idea para una buena longevidad.



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