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domingo, 27 de diciembre de 2015

El colmo de un robot es tener nervios de acero



Ese momento transformativo en el que la menopáusica ansiosa le pregunta a su hija, de 18 años, ¿cómo hago para saber si todos vieron el mensaje que publiqué en el grupo de whatsapp, o cómo copiar un número de teléfono desde contactos a mensajes salientes? ¡Ahh, la tecnología! ¡Eso que hace que la vida nos sea más fácil!



Las máquinas dominan nuestras vidas. Deberíamos admitirlo. Si en los años 70 del siglo pasado temíamos que las máquinas controlen nuestras vidas, y nos imaginábamos robots humanoides dominando a la humanidad, asesinando con sus manos robóticas y sus ojos rojos de cámara infra roja a todo aquél que quisiera rebelarse, hoy estamos seguros de que salimos sanos y salvos.

Pero no, las máquinas sí dominan nuestras vidas. Aunque no son tan ingenuas como para causar nuestro terror con unos terribles ojos rojos, o estrangularnos con manos robóticas. Ellas controlan nuestras vidas suavemente, casi de manera imperceptible, y nosotros estamos en el horno. No, en realidad estamos en la olla, nos cocinamos a fuego lento como en la parábola de la rana en la olla de agua hirviendo.
Volviendo a whatsapp, ¿qué es eso de usar whatsapp para quedar en hablar por teléfono? ¿Qué, ahora tengo que esperar tranquilita hasta la llamada telefónica? ¿Qué tranquilita ni ocho cuartos?! ¿No me podés adelantar algo? Es que me agarra la ansiedad. No se inventó el whatsapp para eso. No olvidemos que la menopáusica fue ansiosa antes de ser menopáusica.


Por ejemplo, tablas informatizadas de evaluación que contienen promedios de promedios de resultados de laboratorio, controlan la normalidad de mis resultados, y todo sin pasar casi en absoluto por manos humanas. La evaluación de la máquina es la que decide si estoy bien y sanita. En el caso de que la hormona TSH esté equilibrada en relación con los promedios computarizados, es el paraíso. Si la máquina dice que estoy bien, entonces estoy bien, ¿quién soy yo para decir que estoy mal? No hay manera de romper las reglas, o de socavar el deleite de la médica ante mis equilibrados resultados. Los resultados-máquina-producto- sin intervención humana son aquellos que muestran si el médico ha hecho su trabajo correctamente, no mis signos clínicos. Mis signos clínicos no tiene lugar, ni siquiera el signo de horrendos ojos rojos como de cámara infra roja varados en mi cara, debajo de mis dos cejas, que observan a la médica como los de un robot asesino, reminiscencia de los años 70. Ese signo clínico no se considera en absoluto.


Volviendo a los robots, el "RI-MAN" es un robot blando, todo cubierto de silicona, equipado con ocho sensores que le permiten moverse con movimientos controlados, de tal manera de no hacer daño a la persona, incluye reconocimiento de voz, de olor y de rostro. En el futuro va a ser capaz de interactuar con éxito con los seres humanos, y es considerado como un sustituto para el terapeuta de personas mayores.

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RI-MAN




A este respecto yo diría que por lo menos habrá una correlación entre el jardín con césped sintético y el terapeuta sintético, lo que probablemente impida cualquier disonancia cognitiva que pueda surgirme en el futuro. Por no mencionar el "Robo Thespian", nombre que suena similar a "Homo Sapiens", seguramente no de casualidad, un robot que reemplaza al actor dramático e incluso al comediante de stand up, desarrollado por una compañía llamada "Artes de ingeniería". A este respecto yo diría que qué bueno que dejé la actuación a tiempo.



 Robo Thespian
Robo Thespian





viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Quién llega a los cincuenta yendo y volviendo dos veces?


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Y están esos que llegaban a los cincuenta y te decían
"¡Cuando vos vas yo ya fui y volví dos veces!" Ese dicho yo no se lo digo a nadie ¿Qué soy yo, la chica de los mandados? ¿Qué, acaso soy ese de si me mandan al banco voy contento? ¿Cuántas veces tengo que ir y venir? ¿Acaso la vida es una burocracia Weberiana? Si tengo que ir y volver dos veces creo que ni llego a los cincuenta. Además, me niego a estar de vuelta. Para mí es como los que terminan un comentario político en facebook diciendo: "saludos". "¡¿Saludos?!"
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תוצאת תמונה עבור ‪caricatura mujeres de cincuenta‬‏Como he dicho aquí, es mejor entrar en años que salir de años, por eso yo vivo entrando. Pero sin olvidar que pájaro viejo no entra en jaula. Un conocido de 81 años le comentó a mi marido hace unos días que uno se vuelve viejo cuando sólo mira para atrás, y que él sólo mira qué es lo que va a hacer mañana. Quizás eso de mirar sólo para atrás sea una jaula, y aunque a veces la menopáusica ansiosa tiende a mirar un poquito hacia atrás, especialmente a lo ventoso y a lo lluvioso, no olvida que marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso y que en cien años igual todos seremos calvos.



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Y están esas que llegan a los cincuenta y se auto-miden según el barómetro de las ocupaciones. O sea, cuán ocupada están. Para éstas, el estar muy ocupada es signo de que están en su plenitud, (que no hay de qué preocuparse), estar bastante ocupada ya despierta una alerta amarilla, estar medianamente ocupada es alerta naranja, tener poca ocupación es alerta roja y tener tiempo libre es sirena de guerra. Yo no me auto-mido según el barómetro ocupacional, sino según mis crisis, las cuales tienen relación inversamente proporcional al estado de ocupación. Están esas épocas en las que la agenda está llena, por lo tanto no hay lugar para crisis, y están esas épocas en las cuales el tiempo libre se llena de crisis. Así y todo, yo no creo en que sólo en medio de la actividad desearás vivir cien años, yo deseo vivir cien años de tiempo libre. 


¿Y qué quiere decir tercera edad? Porque yo siempre estoy en la primera edad, y si sigo así nunca voy a llegar a la tercera. Nunca tuve una determinada edad más de una sola vez. No sé cómo portarme como alguien de mi edad ya que nunca tuve mi edad antes. Esta es la primer edad de 47 para mí, y así será también la primer edad de 81 cuando llegue creo yo. Hay algo que no me cierra, ¿no era que solo se vive una vez? Además, si la edad no da derechos, entonces ¿por qué los mayores pueden tener tercera edad? 


Mientras miraba sorprendida el hilito que me até en el dedo
índice quién sabe para qué, recordé que este blog intenta ser una guía. Así que concluyendo, consideraré algunas recomendaciones:


1- Conviene siempre vivir entrando y no retirándose.

2- No olvidar que estamos siempre en la primera edad.

3- No existe tal cosa como a juventud ociosa vejez trabajosa. ¡Quiero cien años de tiempo libre!

4- Nací a muy corta edad como para envejecer.

5- 47 son en realidad cuatro perfectísimos 10 (más los impuestos).

6- A mi edad debo hacerme ayuda memorias.


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sábado, 5 de diciembre de 2015

Picor


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Si antes lo único que me irritaba eran los plátanos de Buenos Aires, que a veces me hacían picar los ojos, ahora vivo más irritada que dermatitis atópica por hiedra venenosa. Una de las características de la menopáusica ansiosa es lo que yo llamo "irritación temporal". La irritación temporal es un estado parecido a la locura temporal, pero con algunas diferencias. Mientras que la locura temporal es un trastorno o perturbación de las facultades mentales, que implica una acción irreflexiva, desatinada, acompañada de imprudencia o temeridad, la irritación temporal no daña las facultades mentales y puede preceder a un estado de hiper-reflexión que de vez en cuando obtiene buenos resultados. 




Un episodio representativo del estado de irritación temporal es el que me sucedió ayer por la noche: me llama un empleado de marketing telefónico para ver si estoy interesada en una demostración gratis de Kirby a domicilio, su voz era de amistad impostada, y mi voz, dominada por la irritación temporal, era de electricidad estática, o de Lucía Galán. Le indico que lo único que despierta mi interés es cómo y dónde consiguió mi teléfono, diciendo éste que se lo pasó un "recomendante". A continuación, y como de manera natural, le pido que si es tan amable me haga saber quién fue el recomendante que se lo recomendó, lo cual el vendedor no está dispuesto a revelar. Aunque el susodicho repite mi nombre propio cada tres palabras con tono de "estoy rompiendo el hielo, como si te conociera yo a ti tú a mí" manifestando a medias que la pantalla de la computadora que tiene delante fue la que le mostró una lista de números telefónicos, nada lo ayuda, y le pregunto, con la intención de sacarlo de su ignorancia ¿Vos sabés que es ilegal que ustedes compren bases de datos de números telefónicos? Y ahí corto el tubo victoriosa. 

Seis pasitos hacia el living más tarde, entré en el estado de hiper-reflexión, que acorde con el componente de ansiedad correspondiente, hizo que le preguntase a mi marido, esta vez con voz de hilito de coser: "¿Puede ser que Kirby me haga juicio por difamación y calumnias? Le acabo de decir a un vendedor telefónico que si sabe que es ilegal que compren bases de datos, sin tener pruebas que me respalden". 



La etapa de reflexión a veces puede traer soluciones a algunas de las situaciones que despiertan la irritación temporal. A esta altura ya he aprendido que no solo es bueno ver el problema sino también la solución, más sabe la diabla por vieja que por diabla.

Aquí ofrezco algunos problemas con sus respectivas soluciones:

1.Los choferes maníacos. Debería de haber calles separadas. Sí, calles separadas, exclusivas, calles para distintos tipos de choferes. Quiero decir, para todos aquellos conductores que no ponen giro, que bocinean de atrás ni bien el semáforo se pone amarillo, los que paran en la mitad de la calle de pronto para hablar con alguien que se encuentra en la vereda durante largo lapso, aquellos que hacen una vuelta en U y casi te chocan, los que se te pegan a la cola, los que te hacen luces en la ruta porque van a 130, los que taponan, los que te encierran, los que no creen que las calles son para compartir, sino que están convencidos de que la calle les pertenece sólo a ellos, deberían tener realmente sus propias calles, cerradas para el resto. Y para los demás también debería de haber calles cerradas, para los que respetan las reglas de tránsito, donde los dueños de las otras calles tengan prohibido manejar.

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2. Los cambios a "nueva receta" de los productos que más te gustaban, volviéndolos incomibles. En general el cambio viene junto con ese excitante diseño que intenta sugerir que la nueva receta es en realidad que el producto viene mejorado, cuando es claro que la calidad bajó varios escalones pero al mismo precio o a precio más más caro. Debería de haber una ayuda memoria a largo plazo que le haga acordar a la gente que ese no es el producto original, también después de diez o veinte años. Sería un lenguaje en código que evite que lo incomible se vuelva lo normal. Un diccionario de distribución secreta, como un códice.


3. Las dos rayitas azules de whatsapp. Así como en algunos países se le agrega flúor al agua potable, se le puede agregar una solución que haga que la gente se torne daltónica. A mí me gusta guardar para mí, en privado, si es que vi tu mensaje o no lo vi. Se podría realizar una campaña propagandística de convencimiento de que en realidad esas rayitas son grises y no azules. A esta altura ya he aprendido que con una buena propaganda, con una buena campaña agresiva, a la gente se la puede convencer de cualquier cosa.

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sábado, 28 de noviembre de 2015

¿¡47!? ¡No parecés!






"¿¡Ay, 47!? ¡Pero no parecés! ¡No se te nota!" es una de esas frases que me producen esa reacción dual, producto de ese sobre-entendimiento del cual hablé aquí. Por un lado, digo, qué bueno…no parezco, parezco menos, parezco más joven, no aparento mi edad. Por el otro lado, el hecho de tener edad pasa a ser, indiscutidamente, algo que hay que "parecer no tener", algo indeseado, algo que es mejor si no se ve, algo que a una la pone contenta si resulta que no se le nota. Algo casi como ¡¿Ay, tarada?! ¡Pero no parecés! ¡No se te nota!






La edad es todo un tema, en especial para la mujer, porque por ejemplo la "edad del pavo" es una edad unisex, pero la "edad de merecer" es una edad sólo femenina, creada sólo para ella. Además, podría decir creo que sin equivocarme, que a mi edad ya "no soy lo suficientemente joven para saberlo todo", cosa que valoro (es un dicho que encontré navegando en la red, cita de Oscar Wilde). La cosa es que está muy arraigado eso de que las mujeres esconden su edad, de que no debes preguntarle a una mujer qué edad tiene o ellas decirlo, de que las mujeres contestan "¿qué edad me das?" si les preguntan su edad. La pregunta "¿qué edad me das?" tiene un patrón de respuesta fácil de aprender. Si la mujer que lo pregunta está entre los 14 y los 20 años (más o menos) la respuesta deberá ser darle más edad de lo que aparenta para hacerla feliz, pero, si la mujer tiene de 40 para arriba, deberás responder con menos de lo que aparenta para obtener el mismo resultado. El problema empieza cuando una mujer de 40 para arriba aparenta más edad que la que tiene, ahí ya no funciona. De todas formas, yo prefiero eso de "entrar en años" antes que "salir". Entrar crea expectativa, emoción, es comenzar, es estar. "Salir" en cambio, es irse. Es mejor "entrar" en años que "salir" en años, sin ninguna duda.

Volvamos un momento a la edad de merecer. ¿De merecer, qué? Se puede decir que la expresión se usaba (¿o se usa todavía?) para marcar el momento en que una señorita pasa a merecer llamarse señora, pasa a merecer esa distinción. En otras palabras, se trata de pasar a ser "señora de", adopte ella o no el apellido del marido. Debo decir que la primera vez que alguien me llamó "señora" en la vía pública ni me di por aludida, tan segura estaba que de mí no se trataba, por lo tanto el susodicho habrá pensado que además de vieja, sorda. También se puede decir que "edad de merecer" se refiere a estar en edad de los amores carnales, y también que ya se está en edad de recibir su merecido. Y si la chica no recibe su merecido a la edad de merecer, ¿se le pasa el cuarto de hora? Igual, "recibir su merecido" suena a algún tipo de castigo. ¿Será por eso lo del dicho de que los años no vienen solos?

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Es bien sabido que la edad no es algo objetivo, el objetivo es sólo el número. De todas formas, tenemos sed de saber qué edad aparentamos objetivamente. Existen varias técnicas de visualización objetiva de la edad que aparentamos, una es compararse con otras mujeres de la misma edad para decidir si una parece más joven o más vieja. Con respecto a esta técnica, la pregunta siempre se la debe hacer una hacia una misma, a veces puedes hacérsela a tu hija si es que tienes hija, pero jamás a tu pareja. Y nunca te compares con famosas. Otra técnica sabida es la de observarse en fotos. "Parezco mi mamá", es una reacción frecuente (eso da para otro post) menos frecuente sería "parezco mi abuela", aunque también existe. A no desesperar, recuerda que “Tus hijos no son tus hijos. Son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti…" de Khalil Gibran, es un poema y es simbólico. La genética simbólica no es. Las fotos a veces mienten y otras veces no, queda en ti saber diferenciar. Yo elijo aquellas fotos en las que me gusto como índice representativo. ¿Por qué no? ¿Acaso es un examen que me toma alguien que no es yo? Si soy yo la que juzgo, lo hago bajo mis reglas.

Hacia la edad de oro vamos, hacia la tercera edad, que para mí sigue siendo la edad de merecer. No porque una mujer tenga la edad que se merece, como ha dicho Coco Chanel, sino porque agradezco merecer la edad que tengo.

















jueves, 26 de noviembre de 2015

Tiempo al tiempo





Tiempo al tiempo. Todo llega. Así me decían de pequeña. En esa época no era menopáusica, pero ansiosa siempre fui. Parece que de tanto que me dijeron "todo llega" me terminé por sugestionar, y ahora todo llega rapidísimo. En hebreo no se dice "mujer en menopausia" sino "mujer en edad de transición". Así es, ahora estoy en la "edad de la transición". Es decir del cambio, de la mudanza, de la metamorfosis. Y no por nada, el hebreo muchas veces es un lenguaje descriptivo, y claro, "en edad de transición", supongo que debe ser por la transición hacia otra percepción temporal, donde cada año es como siete meses. Algo parecido a lo que siente mi mascota, donde cada año es como siete años, pero al revés. Y yo que pensaba que a esta edad una estaría en la edad de la estabilización, de la continuidad, de la tradición, resulta que no, que palabras como estabilización aparecen como antónimos de transición. ¿Dónde estará la frase "hay un tiempo para todo" cuando una más la necesita?


Ahora, digamos que sí, que acepto que una está en edad de transición, pero para los adentros, porque para afuera una debe aparentar estar en la edad de la estabilización. Si no, podría llegar a ser contraproducente para una. Esa es una de las cosas que más energía le lleva a la menopáusica ansiosa. Si una fuera ansiosa solamente, bue… ¡Pero menopáusica, no!¡Eso sí qué no! 







Igual se las reconoce de lejos. Así como una reconoce a un argentino de lejos en cualquier lugar del planeta, así una reconoce a una menopáusica ansiosa de lejos. Por ejemplo esa que a los 45 se hizo un arito en la naríz, o la que a los 47 se tiño un mechón de pelo violeta, o esa otra que nunca tocó un pedal y ahora se anota en el grupo cerrado de ciclistas y sale los domingos a las cinco de la mañana a pedalear como una loca.



Pensándolo bien, hay muchas cosas que hacer todavía en los 50. Ayer mismo divagando en internet caí en una nota que decía "cosas que una mujer debe hacer cuando cumple 50", ¡excelente! pensé para mis adentros, por fin una guía, ahora podré liberarme de escribir la guía yo. El primer subtítulo enunciaba "hazte un chequeo", prometedor, pensé, me gusta chequear, aprender algo nuevo, chequear unos sitios en la red ¿cómo seguirá, me dije, qué chequeo y qué hay de nuevo? Pídale al médico una colonoscopía frecuente, decía, revea su salud. Gracias alma bondadosa, mi salud esta re-vista. El segundo era "moderniza tus finanzas", ¡A la pirinola! ¿Me está tomando para la chacota este mentecato? ¿Éste cree que nací en 1910? Seré menopáusica pero no vieja. Soy clásica, y Lo clásico siempre está de moda. 

Luego venía "valorización de carrera", que 50 es un buen tiempo para valorar tu carrera, que hagas cursos nuevos, que vayas a la universidad de vuelta. ¿No hay una pequeña contradicción entre "valora tu carrera" y "andá a estudiar de vuelta"? No importa, la vida misma está llena de contradicciones. Sigamos. Ésta es la mía, me dije, al ver el último subtítulo que era "piensa en el futuro". Por fin sentido común, ya que la vida no se termina a los 50 ¿no es así? Lástima que la primera frase debajo del subtítulo era "haz tu testamento", aclarando, entre otras cosas, que puedes especificar ahí quién cuidará a los niños menores de edad cuando mueras. Eso sí, recomienda que en el caso de que lo hagas por medio de un sitio web te asegures de que éste tenga buena reputación antes de ingresar tus datos. Menos mal. Todo sea por la reputación.

Ese momento en el cual no sabemos dónde hemos dejado los anteojos


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A mí no me pasa. Yo no pierdo mis gafas. Ese momento en el cual no sabemos dónde hemos dejado los anteojos marcaría para mí el principio del fin. Por lo tanto, mis anteojos reciben casi tanta atención y cuidado como recibiría un cuarto hijo.¿Pero qué hice con los anteojos? Vendría a ser una de las preguntas retóricas más usuales, rutinarias y enervantes de la época menopáusica de carácter ansioso.


Que a mí no me suceda no quiere decir que no le suceda a mi marido. Él no es una mujer menopáusica o ansiosa pero ciertamente está muy cerca, ya que es el cónyuge de una. Por lo tanto, ese momento no lo saltea. El momento donde una escucha a su marido murmurar por la casa "Tomamos café... pero qué tiene que ver el café... el libro estaba aquí...eso no quiere decir que los moví... deberían estar en el escritorio de la computadora... voy al coche un momento... No están..." Y así sucesivamente, es un momento crucial, un momento tranquilizador, ya que le sucede a él, no a mí. Luego viene el momento en el que una dice en tono de "te lo dije", "Aquí están... debajo de la gata." Por supuesto. Hace una hora que lo he dicho, "probablemente están debajo de la gata que duerme en la mesa, porque es el único lugar donde no los buscaste".


Ese es un momento relajante, ya que significa que la capacidad de pensar lógicamente (o sea, el sentido común) no la he perdido todavía. Es un botón de pausa en la ansiedad existencial. La angustia se llena de golosinas. Soy apta, no anciana.

Después del evento catártico comencé a leer tranquilamente un artículo acerca de los estudiantes de edad avanzada en la universidad, o sea, sobre los estudiantes de edad madura, o sea yo. Todo bien. El artículo va bien. ¿Pero…qué? El estudiante de edad mayor es definido como ¿en sus veinte? Esto ya no va nada bien. Aunque no pierdo mis anteojos y todavía pienso con sentido común ¿me volví una anciana en un santiamén? ¿Y qué significa que mi marido sí pierda sus gafas?


Tengo que trabajar mi "yo" interior, me digo a mí misma mientras voy para espejo del baño a mirar los signos de envejecimiento de alrededor de los ojos. Pero yo amo mis signos de envejecimiento de alrededor de mis ojos. Mucho. Marcan sonrisas y risas. Sin darme cuenta incluso le sonrío al espejo para ver las arruguitas. Un nuevo botón de pausa.


No se puede vivir en angustia constante. Pero encontrar las pausas no siempre es fácil. A veces hay que trabajar y hacer un esfuerzo para encontrar una pausa eficaz. Y para colmo con este nuevo problema de que las carnes procesadas ​​causan cáncer… sin salchichas, fiambres y hamburguesas todo se vuelve mucho más difícil. Y ni hablar de la intolerancia a la lactosa que me descubrieron recién ahora ¿Así que también sin cornflakes? Voy a conversar con mi "yo" interior, después de todo no hay mal que por bien no venga.



*Mujer: ¿cuáles son tus "pausas" más eficaces? ¿Me mandarías un post especial escrito por vos, un post invitado?

El Vacío Existencial



El vacío existencial es el origen y también el resultado de la angustia existencial. Antes que todo hablaré de la angustia. Porque hay angustias y hay angustias. Pero como la existencial no hay. Es el prototipo de la angustia. La forma en el mundo de las Ideas de Platón. Se hace llamar existencial para confundir, para que creamos que existe en el mundo tangible. Pero no, está solo en el entendimiento metafísico. A veces es como un miembro fantasma. Uno cree que se la extirpó con éxito pero la sigue sintiendo como si todavía estuviera, igual de tangible, como siempre.


Si tuviera que definirla (cosa que por suerte no tengo que hacer) lo haría por el opuesto. Digamos, una angustia que por definición sería la opuesta a la existencial sería la topológica. Por ejemplo, aquella que se apodera de una cuando una está manejando tranquilamente por la ruta de noche y el tipo de adelante tira una colilla de cigarrillo encendida por la ventanilla. Ahí aparece la angustia topológica. 


Es un tipo de angustia que presenta dos características en: la primera contiene un aspecto consiente, la duda, y también un aspecto inconsciente, la seguridad. La duda deviene en preguntas clave como "¿Qué hago? ¿Paro? ¿Me rajo para la banquina? ¿Acelero? ¿Lo puteo?" La seguridad, que es la generadora principal de la angustia topológica, comprende seguridades como "ahora piso la colilla y exploto" (los gases de la nafta, claro). La segunda característica, que aparece luego de la primera y todavía en el marco consiente, es la decisión. Ésta suele tener una parte librada al azar, que es la decisión misma, y una parte calculada que se conecta de forma directa a la decisión tomada. Supongamos que la decisión sea "desacelerar". Pensamientos como "si desacelero las probabilidades de que la brisa vaya corriendo la colilla encendida hacia la derecha, por ende hasta que yo le pase por encima es seguro que ya no está en mi camino, es decir, no le paso por encima, o sea, no exploto", son exponentes de ésta característica.

Así como en la angustia topológica es posible reconocer una topología típica, en la angustia existencial no es posible reconocer absolutamente nada. Es algo que simplemente está ahí, morfo. Potente. Es la mismísima Idea. La Idea de la angustia, la cual se puede objetivizar como angustia topológica. Es cierto que la angustia existencial no es exclusiva de la mediana edad ni de la mujer, pero en la mujer menopáusica se puede agudizar. Especialmente en la menopáusica ansiosa.



Una vez entendida la angustia, me referiré al vacío existencial (vacío que no es tal, ya que está lleno de angustia). La mujer menopáusica tiene ese "super-entendimiento" del cual hablé aquí. Ese rasgo es capaz de producir gran cantidad de preguntas, por ejemplo "¿Por qué mi hija de 17 años no está conectada a whatsapp? ¿Todavía dos rayitas grises? ¿Por qué una sola rayita gris, se le rompió el celular? ¿Por qué no me contesta ahora, si siempre lo hace? ¿A esta hora no me atiende mi otra hija de 14 años? No tengo noticias ¿Habrá llegado bien? ¿Dos rayitas verdes y aún no me contesta? Preguntas que generan más preguntas, como ¿La habrán raptado? ¿Estará perdida y le habrán robado el celular? ¿Se habrá quedado dormida en el tren y en lugar de bajarse en Tel Aviv llegó hasta Naharía? ¿Ya no habrá más trenes por hoy y tendrá que quedarse a dormir en un banco en el andén en Naharía y sin poder comunicarse? ¿Estará desmayada sola y sin ayuda? ¡¿Le pasó lo peor?!". A todas estas preguntas hay sólo una única y posible respuesta: sí.


Claro, es el vacío existencial elevado a la décima potencia. Lleno de angustia multiplicado por diez. La menopáusica ansiosa desea la idea del whatsapp, quiere el whatsapp ideal, no su sombra percibida en el mundo de las percepciones humanas. Es decir, aquel que al mandar por su medio un mensaje, éste es respondido instantáneamente. Si no, ¿para qué está el whatsapp? Y así surgen nuevas y variadas preguntas.

El vacío existencial se puede llenar también con sueños, fiestas familiares, comidas con amigos, olor a lluvia, ronroneo de tu gato, risas del menor, la del medio y la mayor, caminata con tu marido, o con tu amiga o amigo…Pero para eso la menopáusica debe de hacer una pausa. Una pausa en el "super-entendimiento mode". ¿Cómo? ¿dónde está el botón de "pause"?

Y…eso da para otro post.

Guía para la menopáusica ansiosa




¿Qué va a pasar con mi trabajo? ¿Qué pasará con la tendinitis de mi hombro? ¿Es qué el pasto sintético se va a apoderar de las plazas antes de que yo tenga mis nietos? Hasta hace poco no me preguntaba ese tipo de preguntas. Parece que es una cuestión de edad. Una cruza la barrera de los 45 y en cualquier momento comienza a tener miedo de cosas a las que antes nunca les tenía miedo. No sólo que antes no les tenía miedo, sino que ni siquiera existían en la conciencia. Cosas como las termitas, las enfermedades (las terminales, claro), el miedo a perder el trabajo, a la invasión alienígena, a que algo malo suceda y que sea irreversible. La sensación es que a esta edad todo es ya irreversible.



Principalmente me pregunto qué va a pasar con el trabajo de mi marido. Mi marido tiene un trabajo de inmigrante. Así es. Él es actor y director de profesión. Cuenta con premios y con una amplia experiencia, pero también con un acento argentino muy amplio que no va bien a los escenarios medio-orientales. Y sin conexiones en éste país. Así son las cosas. Y siendo así, cuenta con un trabajo de inmigrante. Es lector. De agua. Se ocupa de la lectura de los medidores de agua en una empresa que presta servicios municipales a la corporación del Agua local. En otras palabras, es empleado de una empresa en la cadena de privatización. Pero, no es por eso que me pregunto qué pasará con su trabajo, sino porque pronto los medidores de agua serán electrónicos. Los medidores enviarán los datos directamente a un satélite y al GPS y la compañía los recibirá sin intervención humana. Tipo Waze, pero sin embotellamientos. Bueno, quizás no haya mucho de qué preocuparse y podría pasar a ser FreeLancer, ¿no? Sólo se trata de colocarse en alguna parte del universo de profesionales de profesiones libres.


La solución de ser FreeLancer es tentadora por un lado, y por otro ser un profesional independiente te deja vulnerable y desprotegido. Lo digo por experiencia, toda mi vida fui FreeLancer, excepto estos últimos años. El FreeLancer, por un lado, tiene la querida y deseada libertad, pero por el otro tiene un castigo (prescrito por ley) por ser profesional independiente (falta de derechos sociales como jubilación, días de enfermedad y etc…). En realidad, creo que lo que estoy preguntando es si no hemos llegado a un callejón sin salida. Y si es así, entonces, ¿qué hacemos?


La guía para la menopáusica ansiosa no se ha escrito aún, así que no tengo ninguna guía que me oriente. Me canso de los libros de autoayuda y de desarrollo personal. Además, en general, estos libros están diseñados para el ciudadano joven y productivo y no para la mujer ansiosa de mediana edad.


La menopausia tiene ventajas y desventajas. Una de las ventajas más sobresalientes es que de repente lo que otros piensen -por ejemplo de tu look, de tus declaraciones o de cómo y lo que haces- te toca menos. Básicamente, es irrelevante. Hay algo de autoconfianza adicional que antes no existía. Menos culpa. Otra ventaja es la posibilidad de hacer preguntas que antes ni se te imaginaban. Así la vida es más interesante. En realidad eso es una ventaja y también una desventaja. Un "super-entendimiento" lo llamo yo. Es entender mucho, a veces entender de más, demasiado. Comprender situaciones, personas, procesos. Por un lado es genial, pero por el otro es estresante, deprimente y puede arruinar el disfrute en general. Y el estrés puede llegar a ser un estrés crónico, como ya he dicho antes, a esta edad todo ya es irreversible.


Y yo, yo que sólo quiero ser chica, que nunca me tomé a mí misma tan en serio, que quiero ser foolish, imprudente, y reír de cosas tontas, de pronto me encuentro en un mundo donde se me exige mostrar mi importancia personal, demostrar lo importante que soy. ¿Qué importante ni ocho cuartos?


Volviendo a la guía para la menopáusica ansiosa, es el momento de escribirla. Mucho se ha dicho acerca de la menopausia, la mayor parte por médicos. Pero dado que la menopausia no es una enfermedad, sino sólo una edad, creo que voy a romper la conspiración de silencio que hay entre las mujeres menopáusicas y levantar el guante. Dejaré a los médicos con la medicina y veré lo qué ésta chica tiene para decir. Al menos ésta es una época en la que las mujeres vivimos lo suficiente como para experimentar la menopausia.

Y contarlo.


(to be continued)
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