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jueves, 8 de diciembre de 2016

Todo se transforma




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Científicos
andan diciendo por ahí que en un futuro los días van a tener 25 horas.


Es la mejor noticia que oí esta semana. "¡Una hora más para dormir!" me dije a mí misma, con un entusiasmo emocional parecido a ese que tienen los perros perdidos al reencontrarse con sus humanos.

Es una pena que para eso tenga que esperar 200 millones de años. ¿De dónde voy a sacar las energías? Y ni hablar de eso de que el que espera desespera.


Disertando sobre la energía, y divagando en la red, encontré que ésta "es una propiedad de los sistemas físicos, no es un estado físico real, ni una «sustancia intangible». No obstante, hay quienes han considerado a la energía como lo auténticamente real, ya que, según la ecuación de la equivalencia la masa, que es la medida de la cantidad de materia, puede transformarse en energía y viceversa." 


La energía como lo "auténticamente real", o sea como lo innegable, lo verídico y lo cierto. Hoy me dijeron que tengo grandes energías, y que no entienden de dónde las saco. Yo tampoco. ¿Será que las saco de ahí mismo? ¿De la pura verdad? ¿De la verdad verdadera? ¿De lo auténticamente real? A decir verdad, en general nunca tengo muchas energías. ¿Puede ser entonces que éstas sean solo las energías de los demás que se reflejan en mí? Puede ser, pero solo si soy un reflejo, una refracción, un espejismo, ¿Cómo es entonces que soy también la verdad verdadera?


La simultaneidad es algo fascinante. La energía no es un estado físico real, por un lado, pero puede ser lo auténticamente real, por el otro. La física puede ser filosofía. El arte ciencia, y la masa energía. Y yo, una reverberación maquinal y un fulgor voluntario. O nada que se le parezca.

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