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lunes, 3 de octubre de 2016

La increíble transformación



"La increíble transformación del perro que se convirtió en piedra." Con un título así, ¿quién puede resistirse a leer el artículo? me dije a mí misma un calurosísimo mediodía (que seguramente era el prototipo del clima caluroso), mientras me fundía en la silla frente a la computadora, como se funden los glaciares del polo norte por el calentamiento global.

En primer lugar, el título tiene la palabra "transformación", una palabra a la que ya nos acostumbramos por los innumerables programas de televisión emitidos en los últimos años, que usaron la palabra "transformación". A veces parece que todo objeto inanimado y todo ser vivo han pasado por una transformación, o deberían; desde casas, mujeres, hombres, y hasta perros y gatos..."

Pero volviendo al título del perro, de inmediato hizo que me preguntara algunas cosas, por ejemplo: ¿La transformación es que el perro se convirtió en piedra? ¿O en que volvió a ser perro, después de haberse transformado en piedra? ¿Estará en el tipo específico de piedra en la que el perro se ha convertido? De hecho, ¿de qué tipo de piedra estamos hablando? No hay escape, hay que leer el artículo.

En el exacto momento en el cual puse la mano en el máus para hacer "click" en el link al artículo, un pensamiento intuitivo y exacto vino a mí, como una revelación: "Hay un hombre cuya profesión es escribir títulos". Ese hombre tiene un número infinito de títulos útiles en una enorme base de datos que le pertenece sólo a él. Es un profesional de los títulos. Tiene títulos de artículos, cuentos y textos de todo tipo, como la naturaleza tiene pétalos de flores, por miles de millones.

A pesar de que su profesión no es una profesión que se aprenda bajo el título de "escritura de títulos", ya que carece de título por sí misma, igual existe. Seguro que ese hombre vive en una casa donde las paredes están empapeladas de chistes Bazooka. Tal vez él sea el que escribió los titulares de los chistes. Tal vez sea el mismo hombre cuya voz se oye de fondo, cada noche, diciendo: "Noticias 10, con Tamar Ish Shalom", en el canal 10. Sin duda es un hombre de títulos.

El título es el currículum del artículo, pensé (habiéndome vuelto ya parte integral de la silla de la computadora, al igual que los glaciares derretidos ya son parte integral de los océanos). Pero el título no es el resumen de la historia porque dice algo sobre el artículo, sino porque es un tipo de documento que hace que seleccionemos en "sí" y "no", como si fuéramos empleadores potenciales clasificando los currículos de los postulantes. Es una evaluación que se lleva a cabo así: "sí" (leer el artículo) y "no" (no leer el artículo). Nosotros lo sabemos, y el hombre de los titulares también lo sabe. El mismo título "CV", que la mayoría de la gente escribe en la parte superior del currículum (y están seguros de que la idea viene de ellos), procede en realidad de él, de su base de datos infinita. Es una profesión que pasa de padres a hijos, de madres a hijas, en una dinastía familiar que gobierna los titulares de los acontecimientos históricos.

Una cosa es el título, y otra cosa es la historia, me dije en voz alta. Grandiosos artículos, interesantes, intrigantes, excitantes y profesionales, pueden caer en la clasificación del "no" del lector, si el hombre de los títulos comete un error. Por lo tanto, el hombre titular debe dedicar su vida al mantenimiento, al desarrollo, y al pulido de títulos. Palabras clave seguramente pasan de generación en generación en su familia. El hombre debe entrenarse permanentemente en encontrar el titular correcto, y no hay duda de que su vida está llena de sentido. Aún así, la gente no ama al hombre título. Titulares de terribles desastres, homicidios, accidentes y otras catástrofes, son los más solicitados. Por lo tanto, él y su dinastía familiar se mantienen en secreto, y no tenemos ninguna información sobre su identidad. Así, la gente no puede culpar o castigar al mensajero.

"El hombre sentido de la vida al que nadie ama, es el hombre título", escribo en un papelito y lo pego en la primera página de mi nueva agenda del año 5777. Cierro la agenda como quien cierra la puerta de la alacena donde están los chocolates y las papas fritas, sabiendo que enseguida la voy a volver a abrir para sacar otra cosa. Tal vez lo que saque sea "La increíble transformación del hombre título que se transformo en amado". Sí, pensé, ya que la esperanza es lo último que se pierde. Mientras tanto, me tendré que conformar con "La increíble transformación del perro que se convirtió en piedra."



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