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miércoles, 7 de febrero de 2018

La Inercia - Capítulo I - pequeño fragmento




[...] Quizás esa era una de las fuentes de mi incansable búsqueda de justicia. O mejor dicho, de mi sufrimiento ante la injusticia. No hay nada más injusto que sufrir por la injusticia misma, así que mi sufrimiento era doble, el causado por una injusticia dada y otro por la injusticia de sufrir injustamente por esa injusticia en la que no tenía parte. En realidad, mi sufrimiento era triple, como los sándwiches de miga, o cuádruple, o en cierto modo infinito. En otras palabras nací para sufrir. Pero no un sufrimiento común, sino para sufrir un sufrir paradójico. Es la paradoja misma dentro de la paradoja que promueve más sufrimiento. Es como la paradoja antropológica de Bateson en su teoría del juego y la fantasía 'This is play'. Haciendo un paralelo para la ocasión: 'Esto es injusticia (por lo tanto sufrimiento)'. 'Esto es sufrimiento injusto (por lo tanto injusticia)'. Y así hasta el infinito. Nunca se sale. Es un barril sin fondo, o mejor dicho, una valija con doble fondo, una galera con fondo sorpresa, un vaso telescópico, un resorte, un set de matryoshkas de infinitas piezas, un holograma, una geometría fractal perfecta. Es como la paradoja y el proceso en Los Pasajes al Juego de Handelman, donde el borde entre lo que es juego y lo que no lo es no es un límite afilado como una raya, o claro como un paredón, sino que más bien es un pasaje, algo con grosor, con cuerpo, un espacio que quizá contenga a la paradoja misma, un margen, un intersticio espeso que conviene investigar. Claro que en ese entonces yo no sabía nada de eso, me limitaba al acto de cerrar una cortinita imaginaria entre mis compañeritos y yo. Era una cortinita que yo cerraba con la mano de un tirón, de tela marrón, no muy gruesa pero tampoco transparente, colgada de un hilo lo suficientemente fuerte como para soportarla, entrelazado en unos agujeros bastante grandes en la parte superior. Es notable que mi imaginación haya detallado todo lo referido a la cortina de delante de mis ojos pero no haya ido más allá. ¿Dónde terminaban los extremos del hilo? ¿Quién los sostenía? Si mi imaginación hubiera completado el contexto en ese entonces ¿Hubiese estado yo inmersa tanto tiempo en la paradoja del sufrimiento? [...]


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